Explorando los límites de la tolerancia

El asesinato de Theo Van Gogh cuestionó la histórica tolerancia de los Países Bajos, arraigada desde las luchas del siglo XVI, subrayando la incompatibilidad entre el integrismo islámico y los valores occidentales
2 de noviembre de 2017
Retrato de Theo Van Gogh. Fotografía de André Bakker.
Retrato de Theo Van Gogh. Fotografía de André Bakker.

El 2 de noviembre de 2004, la noticia del tiroteo y apuñalamiento mortal del controvertido escritor y director de cine Theo Van Gogh aparecía en los medios de comunicación de medio mundo. Una vez más, la proverbial tolerancia que ha estado ligada históricamente a la República de Holanda y a todo el ámbito de los Países Bajos era puesta aparentemente en entredicho. Dicha tolerancia se remonta a las consecuencias de las circunstancias históricas y sociales que tuvieron lugar alrededor de los siglos XVI y XVIII, cuando por un lado las luchas contra la Monarquía Hispánica (católica) que quería imponer su poder político y religioso, configuró las llamadas Provincias Unidas, al tiempo que se producían luchas internas entre el partido orangista de corte calvinista contra las facciones liberales de Jan de Witt.

En estos acontecimientos tenemos como elemento de corte las diversas orientaciones religiosas; a tenor de esto, el ilustre filósofo judío hispano-holandés Spinoza reconoce la existencia de diferentes sectas dentro de ese mismo Estado, para lo cual recomienda tolerancia entre las mismas y respeto a los juicios de los ciudadanos, siempre que de aquellas no deriven acciones contrarias a las leyes; es por esto que Spinoza justifica teóricamente la ejecución de leyes contra aquellas sectas o facciones político-religiosas que no reconozcan la legítima autoridad política del Estado. En contra de considerar estas cuestiones como mera erudición histórica, es necesario poner estos elementos encima de la mesa para entender adecuadamente la situación actual. El asesinato del cáustico cineasta holandés, una trágica consecuencia más del yihadismo, constata que asistimos a un desbordamiento del marco tolerancia que se estableció después de las guerras de religión.

¿Qué ocurre cuando no sólo el derecho a la libertad de expresión (propio del ámbito Occidental) sino la propia vida es abiertamente atacada por la vía del asesinato? Resulta indudable que la religión y la educación islámica contienen una serie de potencialidades fundamentalistas que las hacen incompatibles con la historia y el derecho que nos conforma. Así, las posibilidades idealistas de cierto multiculturalismo se revelan prácticamente insostenibles como no por casualidad venía a sostener el malogrado Theo Van Gogh.

La tolerancia no puede ser un concepto indefinido (sino sólo determinado a un contexto) como queda ejemplificado con este terrible acontecimiento.

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