
Es precisamente en el control de nuestra mente y de nuestra forma de pensar donde radica el gran éxito de este Sistema. En el momento en que asumimos el discurso dominante, con un pensamiento único, e interiorizamos un sentido común de derechas, estamos perdidos.
Lo vemos a diario, en los diarios. Pero también en las universidades, en las calles, en los centros de trabajo. Asumimos su discurso por miedo, o por comodidad, o por dejadez… O por todas ellas. Quién sabe. Tememos ser considerados como radicales. Nos hacen pensar que no somos más que unos locos perroflautas (o iaioflautas, cuestión de edades, ya se sabe) por defender lo nuestro, por defender a los de abajo, a las clases más bajas, por luchar por unos mínimos en cuanto a igualdad y justicia social se refiere.
Todo ello nos convierte en radicales peligrosos (¿para quién?). Y triunfan en su discurso. Y nos lo creemos. Y ganan. Y vuelven a ganar. Porque nos lo seguimos creyendo. Y siempre ganan. Y, joder, nosotros y nosotras, siempre perdemos. Decía Malcolm X lo que, a mi modo de ver, es la principal misión (individual) que tenemos que interiorizar para cambiar las cosas: “si no estáis prevenidos ante los medios de comunicación, os harán amar al opresor y odiar al oprimido.”