Nueva York: la ciudad que nunca duerme

Nueva York, la vibrante metrópoli global, fusiona mundos en constante movimiento. Con Manhattan como núcleo, la ciudad ofrece una vida cultural intensa y diversa durante todo el año. Desde las luces navideñas hasta el bullicio del Soho y la creatividad de Brooklyn, siempre está en constante ebullición y transformación
12 de junio de 2018
Vista general de Nueva York desde la Estatua de la Libertad. Fotografía de archivo.

Distinta, chocante, resultado de la suma de pequeños mundos, uno al lado del otro. Nueva York, considerada por muchos la capital planetaria, es una ciudad que difícilmente puede conocerse durante un viaje de días. Conocida también como “la ciudad que nunca duerme”, sus calles bulliciosas, llenas de vida a cualquier hora del día, capturan la esencia de su dinamismo incesante.

La isla de Manhattan, el corazón de la urbe, tiene 21.5 kilómetros de largo por 3.7 de ancho. En ella se concentra la mayor parte de las atracciones turísticas neoyorquinas, desde el icónico Empire State Building hasta la imponente Estatua de la Libertad, que es un símbolo de esperanza y libertad desde su inauguración en 1886. Multitud de barrios temáticos se diferencian en este distrito, desde los más conocidos, como el Soho, Central Park, Chinatown o Little Italy, hasta el modernismo de Tribeca, las oficinas de Lower Midtown o los rascacielos de Chelsea. Si estás en Nueva York durante las fiestas de San Antonio de Padua o San Gennaro, no dejes de ir a Little Italy, donde el aroma de la cocina italiana tradicional envuelve las estrechas calles adoquinadas.

La vida cultural de Nueva York, intensa y cosmopolita, se desarrolla según las estaciones. En primavera, los ciudadanos toman los parques y las playas con arte, gastronomía y eventos al aire libre, como el famoso desfile del Día de San Patricio, que llena la Quinta Avenida de verde. En verano, la ciudad explota y se hace universal. La música y el teatro salen a la calle, y eventos como el Festival de Shakespeare en Central Park o las actividades multidisciplinares en el parque Bryant son ejemplos de lo que el estío local ofrece al viajero. Las noches de verano en Nueva York también son célebres por sus proyecciones de cine al aire libre, y no es raro ver a los residentes disfrutar de una película clásica bajo las estrellas.

El otoño y el invierno se reservan para las competiciones deportivas y algunas celebraciones de menor importancia hasta la llegada de la Navidad, cuando el espectáculo norteamericano adquiere su esplendor máximo. Las luces navideñas de Nueva York son legendarias, con el encendido del árbol de Navidad del Rockefeller Center como uno de los eventos más esperados. Además, el desfile de Macy’s en el Día de Acción de Gracias y las pistas de hielo en Bryant Park y Central Park son paradas obligatorias para quienes visitan el lugar en invierno.

Nueva York es también la capital mundial del comercio y el consumismo. A lo largo del Soho se sitúan tiendas de moda, librerías, galerías y la mejor artesanía. Las grandes cadenas de ropa se convierten en magnéticos espacios con rebajas permanentes en el Lower East Side, mientras que en Canal Street brotan falsificaciones de las mejores marcas de moda, música y electrónica. La conocida firma italiana Diesel abrió una tienda de falsificaciones de su propia ropa en la célebre “calle de las copias”. Además, el bullicio de la Quinta Avenida, con sus lujosas tiendas, atrae a compradores de todo el mundo que buscan desde alta costura hasta recuerdos turísticos.

El East Village cuenta con el mejor mercado de segunda mano, mientras que Greenwich Village es conocido por ser la cuna del mejor jazz en directo. Ludlow Street, por su parte, está llena de bares en boga y lo mejor de los diseñadores marginales, aportando un toque alternativo a la vida nocturna. Al norte del Soho, el barrio bohemio por excelencia, apareció durante los años noventa del siglo XX el llamado Silicon Alley, con el que la gran capital pretendía prolongar su hegemonía a través de la época multimedia y digital.

La gestión que durante varios años realizó el alcalde republicano Rudolph Giuliani transformó de manera significativa la ciudad. Este cambio se tradujo en un acercamiento a la idiosincrasia estadounidense, en detrimento de la filosofía universal que siempre la caracterizó. La instalación, incentivada por ventajas fiscales, de las grandes marcas minoristas en lugares tan carismáticos como el antiguo Museo Guggenheim o la mítica Times Square propició un brusco giro hacia el consumo masivo, el entretenimiento y el turismo. Tan solo Brooklyn resistió la sacudida. Por ello, se produjo una considerable migración hacia sus calles más tranquilas y sus alquileres más baratos, lo que dio la oportunidad a este distrito de salir de la sombra. Los mayores atractivos turísticos de esta zona incluyen el puente de Brooklyn, el parque de atracciones de Coney Island y el excelente Museo Brooklyn. Además, la escena artística de Williamsburg ha alcanzado reconocimiento internacional, convirtiendo al distrito en un referente de la creatividad contemporánea.

Pese a todo, Nueva York ha seguido engullendo ciudades, incorporándolas a sus calles trazadas en una cuadrícula sin centro. Desde la expansión del metro a principios del siglo XX hasta la integración de Queens y Staten Island en su red urbana, la metrópoli no ha dejado de crecer. Hoy, en sus cinco distritos, viven veinte millones de personas que se preparan cada día para continuar en la vanguardia del mundo. La diversidad de sus habitantes, con más de 800 idiomas hablados, convierte a Nueva York en uno de los lugares culturalmente más ricos del planeta, donde cada esquina revela una nueva historia por descubrir.

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