Fake news: el tiempo de la verdad licuada

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Marc Amorós García, autor del libro “Fake News: La verdad de las noticias falsas”. Fotografía de archivo.
Marc Amorós García, autor del libro “Fake News: La verdad de las noticias falsas”. Fotografía de archivo.

El periodismo de ficción está ganando adeptos a medida que pasa el tiempo. Lo curioso es que los mismos que anuncian su lucha hasta morir contra las llamadas fake news son los mismos que ponen de relieve que el bulo no sólo es la antesala de la noticia, sino la puta noticia misma. Hay formas de entender el periodismo que podríamos denominar preventivas, es decir, dar una exclusiva sin que se sepa para qué, porqué y el qué y, sobre todo, sin que la noticia se haya producido. Pienso que es una nueva forma de barrer para casa, de practicar la parcialidad informativa o, lo que es más habitual, publicar lo que me sale de los ovarios, que para eso soy el editor y tengo unos títeres en plantilla.

El pasado 25 de febrero, por ejemplo, el diario El Mundo publicaba en su primera página una información en la que destacaba que la mayoría de los votantes del Partido Socialista son contrarios a un indulto para los independentistas. Ni siquiera se atrevieron a inventar una cifra, sino que dieron por hecho que quienes votan al partido de Pedro Sánchez están por el palo y tentetieso.

Es posible que sea así como es posible que no lo sea, pero ¿cómo han llegado sociológicamente a descubrir quiénes son y no los votantes de los socialistas? Me gustaría comprobar el campo de realización de la encuesta, pero huele a chapuza a la española, es decir, un alarde de improvisación periodística para reafirmar que los ciudadanos son muy solidarios con el tufillo neofranquista de los responsables de El Mundo.

Lo más curioso es que ni Pedro Sánchez ni nadie de la dirección del Partido Socialista ha hablado de indulto. Es una obsesión enfermiza de Pablo Casado y los sectores más reaccionarios de nuestra nación. Dicen los linces del periódico de la extrema derecha española que el presidente del Gobierno no negó explícitamente que los fuera a indultar. Con todos los respetos, yo jamás negué haber asesinado a Nino Bravo y todavía nadie me imputó por el asunto.

Este tipo de periodismo tramposo podría ponerse de moda y comenzar las primeras páginas de los periódicos con el scoop de que la mayoría de los votantes del Partido Popular quieren que Franco sea arrojado al Nervión, lo que aparte de imposible ideológicamente, es una guarrada: bastante mierda lleva de por sí el río para encima echarle todavía más. Asimismo, podríamos subrayar que el 92 por ciento de los cronistas de El Mundo están hastiados de que su director, el inefable Paco Rosell, tire pedos olorosos en la redacción y exigen que no sea un cochino. Yo no sé si el director del rotativo llena de cuescos los rincones del diario, pero si la noticia tiene la misma credibilidad que el indulto, el tipo es un auténtico guarro.

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