
Guindilla, pepinillo, aceituna y cebolleta, y un torito a la espalda. ¿Y ahora qué? Lo dejamos pasar… como si se tratase de una rabieta de pijos trasnochados, o buceamos bien entre las intenciones, leyendo entre líneas e identificamos el origen. Qué es esto, cómo podemos clasificarlo: ¿Reivindicación o pulso golpista?
Muy bien, señoras y señores de la derecha y la ultraderecha, poco a poco lo vamos consiguiendo. Por cada nuevo infectado en el Barrio de Salamanca y otros tantos lugares que hayan optado por manifestarse durante el estado de alarma: una cama menos en un hospital, una UCI menos que mañana necesitará cualquier ciudadano de este país, un sanitario menos que te pueda atender y algunas personas más infectadas para poner en riesgo el sistema nuevamente.
En el fondo —si lo tenéis—, ¿realmente pensáis que reclamáis un país más justo, una sociedad más cívica y una población más comprometida? ¡No! Seguro que mientras movéis las banderitas creéis que gracias a vosotros por fin alcanzaremos la inmunidad de grupo… pero por la vía del desastre.
No nos equivoquemos, no os vamos a ver en las colas del comedor social, pidiendo auxilio o ayudando a la gente que lo necesita. No, vosotros sólo pensáis en vender mascarillas con la banderita de España, que es el nuevo souvenir de esta España cainita. Cantad, cantad: “¡Qué buenos son los hermanos Borjamari!, ¡qué buenos son que nos llevan de excursión!”. Muy caras nos van a salir vuestras más-carillas.
A estos ya los hemos visto saltándose el confinamiento para ir a su segunda vivienda, escapándose en los días previos a su residencia de Marbella, haciendo footing mientras que nadie podía, etcétera, etcétera.
¡Gracias, pequeños Nicolases! Moláis mazo, nos encanta la sección de encurtidos de este país.