Releo un reportaje publicado el pasado mes de marzo en Le Monde diplomatique —que, como sabéis no es sospechoso de favorecer a Putin— sobre las sanciones económicas a Rusia por la guerra de Ucrania, donde se concluye que este tipo de acciones, lejos de perjudicar las finanzas de ese país, le proporcionan una suculenta mayoría de beneficios, toda vez que el Gobierno de Moscú lleva varios años previendo este tipo de castigos por Occidente y ha tejido una red de aliados en todo Asia, especialmente, China, La India y Pakistán.
El caso indio es paradigmático porque Estados Unidos trataba de acercarlo a sus posiciones con subvenciones económicas a la compra de productos norteamericanos y les ha dado calabazas, prefiriendo las garantías sobre los precios del petróleo y del gas que les ha ofrecido la nomenklatura rusa.
Por el contrario, en este reportaje del periódico mensual francés se pone de relieve que el cierre del granero ruso a las importaciones europeas incrementará considerablemente la inflación en el territorio de la Unión Europea y generará desabastecimiento de trigo y otras materias en el continente, lo que supondría una gran pérdida económica.
Desde el punto de vista político, Rusia argumenta que las sanciones son ilegales porque no están respaldadas por Naciones Unidas, pero teniendo en cuenta que Moscú tiene poder de veto, cualquier acuerdo desde la ONU se antoja inviable, aunque no es la primera vez que se organizan acciones unilaterales contra un país sin oposición del Consejo de Seguridad, por parte de las grandes potencias.
La información de Le Monde diplomatique coincide con la noticia de apertura del 2 de junio, en el diario El País, que informa sobre las graves consecuencias económicas para Europa de las sanciones a Rusia y la división que generan en territorio europeo, como ya se temían al inicio del conflicto los representantes económicos y políticos más conocedores del entramado comercial ruso.
De ser ciertas estas circunstancias y los análisis que sobre la realidad económica europea se hacen, parece un contrasentido que la UE insista en redoblar el castigo económico a Vladímir Putin, pero también resulta paradójico que Moscú se haga la víctima por las consecuencias de las sanciones, si saca provecho de ellas, salvo que se haya montado una fabulación de gran envergadura para tener engañado a todo el mundo. Seguiremos buscando información para tener una idea más cabal de lo que acontece.
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