La utilidad de la televisión pública

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En la imagen, el exfutbolista y presentador deportivo de la BBC Gary Lineker. Fotografía: Ryan Crockett.

Los puretas del periodismo siempre destacamos la utilidad de la televisión pública como servicio necesario para que la información trate de ser lo menos capciosas posible, aunque en más ocasiones de las debidas y depende de quiénes sean sus gestores, la manipulación se cuela por la parrilla de programación para contar sólo las cuestiones que interesan a los que más tienen y de una manera en la que se intentan condicionar los pensamientos de aquellos que quieren información para conformar su propio criterio y no opiniones falsas para perpetuar la dominación de una determinada clase social.

Por esta razón, siempre se ponderaron las televisiones públicas que han venido demostrando que la información tiene que ser un servicio que defina bien la Constitución y no un negocio que pretenda el inmovilismo para que nada cambie y así los que más tienen ganen aún más y los que menos se resignen a ver si de verdad existe el ascensor social a través de los premios de los juegos de azar.

En este contexto, la televisión pública inglesa, la BBC, que “todo dios” conoce, es la que más prestigio tiene entre los espectadores británicos debido a una trayectoria de muchos años, en comparación con otras cadenas que tienen su origen en el dinero privado y que priorizan intereses muy diferentes a los de los comunes de la ciudadanía que quiere tener datos y no bulos.

Y eso que la BBC también ha tenido resbalones de órdago. Recordemos ahora el caso de Gary Lineker, exfutbolista inglés que jugó entre otros equipos en el Fútbol Club Barcelona y que tuvo palabras muy críticas —absolutamente justificadas— para poner en solfa la política migratoria del primer ministro del Reino Unido Rishi Sunak; y eso que el líder del Partido Conservador y Unionista es hijo de inmigrantes hindúes, lo que sirvió para que Lineker fuera apartado de forma temporal del programa deportivo “Match of the Day”. Pero la trayectoria y la cultura de la BBC se impuso al sectarismo de los conservadores ingleses y Lineker fue readmitido en su labor, como no podía ser de otra manera.

Pero hay más televisiones públicas. También en España, por supuesto. Con todos los defectos, la defensa de RTVE es una necesidad crucial para la libertad de expresión y el derecho a la información. Y claro que hay y hubo muchos intentos de llenarla de subjetividad. Sólo hay que ver los enredos que se forman cuando se nombran directores generales de consenso y no admiten que se vete a un señorito de colegio mayor que prefiere un periodismo como el de La Razón al de una información preñada de sentido común que no le baila el agua a los poderes fácticos.

Televisión pública la hay hasta en Estados Unidos y tiene una calidad máxima. Es cierto que no es la que más se ve, porque los intereses de las grandes cadenas privadas ensombrecen la labor de la PBS (Public Broadcasting Service) que es la única que puede llevar libremente a sus estudios a los ciudadanos dignos que tengan algo que decir para garantizar el derecho a la información. Baste decir que tipos como Bernie Sanders o Noam Chomsky, claros exponentes de la izquierda estadounidense, sólo pueden ser vistos en la PBS de una manera neutral, pero en la FOX o en la CNN sólo reciben improperios.

A mí me parece que hay motivos suficientes para pelear por las televisiones públicas, entre otras cosas por la seriedad e imparcialidad, porque los canales privados tienen más agujeros en la forma de redactar las informaciones que tanto gustan a los que les disgusta que la neutralidad informativa sea un factor clave para la democracia. Y eso que yo, a nivel personal, son muy crítico con la forma de dar noticias como si se leyera un documento notarial. Pero si hasta cuando se trató de plantear en Asturias una televisión autonómica pública, desde los sectores de la derecha se alzaron voces diciendo que para qué queríamos una tele pública si ya existían las privadas. Con errores y desaciertos, las televisiones públicas son hoy más necesarias que nunca.

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