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La importancia de la suma y la resta

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El 2 de abril, Yolanda Díaz presentó su candidatura a las elecciones generales. Fotografía: Kike Rincón.

No es fácil convertirse en mero espectador después de un largo período de batallas. Pero, siempre hay caminos por recorrer en nuestro interior, los que realmente importan, y que otrora desdeñamos o no les dimos importancia. A cierta edad, es hora de cambiar la perspectiva del itinerario, el foco de atención, la senda, y tomar la vía no del impulso súbito, la respuesta presta o el interés grupal de unos pocos, sino del pensamiento sosegado, de la meditación en todo caso, de la calma.

Hoy se reúnen un buen número de partidos políticos y de personalidades reconocidas en muchos ámbitos de la sociedad, con la intención de sumar, de componer algo, de aunar voluntades en torno a una propuesta política que, a quien escribe, se le antoja necesaria en estos momentos en España, pero, como suele ocurrir en las cocinas de los intereses creados, no estarán todos los que debieran, no, hay gallos que no desean dejar de ser líderes, aunque el interés general, a mi entender, pierda por la tal división; no están dispuestos, decía, a dejar de tener un corral propio en el que solo su ¡quiquiriquí! sea el que se oiga. Y es una pena que la palabra no lleve a entendimientos. Pero, esto, claro, es sólo el pensamiento de una persona mayor, jubilada, cuya palabra ya tiene poco valor para la otredad.

La sociedad y la política especialmente, tienden a minusvalorar la opinión de las personas de más edad o más experimentadas si quieren. Un error de libro. Mayúsculo. Como el que se escenificará hoy en Madrid, poniendo en el atril una ruptura innecesaria. Pero así son las cosas de los intereses, de las prioridades de cada cual, ya lo dije. Y si todos acuden menos uno a un lugar, entendiendo que esa es la vereda, habría que inquirirse si ese uno está por la labor de ceder algo para ganar todos o de partir la tarta. Una pena en todo caso. Siempre queda el dicho de que cada cual haga de su capa un sayo, pero, puede que ese vestido no tape lo suficiente y que el gallo se quede solo cantándole a la luna, que, desde un punto de vista idílico queda muy mono, verdad, pero tiene poca utilidad. Veremos.

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