
Ana Obregón no ha sido madre, tampoco ha sido abuela… pero sí. Ana Obregón ha comprado un bebé, que no es lo mismo ni parecido. Simplemente firmó un contrato en Estados Unidos, sacó la chequera, pagó y se llevó a la criatura a casa. Hoy, paradójicamente es madre legal y abuela biológica de una niña gestada por vientre de alquiler; última voluntad de su hijo Álex Lequio, fallecido hace tres años como consecuencia de un cáncer.
El útero, los desajustes hormonales, las náuseas, los vómitos, el parto y sus riesgos, todo lo que conlleva la maternidad, absolutamente todo, lo ha puesto otra mujer. Una mujer que se ha visto obligada a vender su vientre y su estabilidad emocional. Imaginad la situación, sólo eso.
La demonicación “gestación subrogada” es un eufemismo para no hablar de quienes utilizan el dinero para complacer sus deseos, aprovechándose de la necesidad y la pobreza de mujeres en situaciones vitales muy complicadas. Espero que nadie defienda esta mierda hablándome de derechos y libertades, cuando estamos ante un derecho de pernada moderno. Explotación pura y dura.
Esta gente justifica todo desde un punto de vista mercantil, todo se compra y se vende, lo que sea, pero jamás se ponen en el lugar de la mujer que se ve obligada a vender su cuerpo.
Pero, ¿por qué no lo hacen? Porque en su cabeza no se contempla, ni por lo más remoto, tener que pasar por esa situación. Este es su libre mercado, un día compran un riñón, otro día un bebé. ¿Qué será lo siguiente? No lo sé. De estos psicópatas podemos esperar cualquier cosa.