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La derecha argentina odia a los peronistas. La derecha española también, pero hay otro tipo de razones posteriores, porque el general Juan Domingo Perón fue uno de los que le salvó el culo al franquismo enviando toneladas de trigo para saciar el hambre de los españoles durante la posguerra. El odio de la derecha argentina al justicialista que revolucionó el mundo político de su país viene de la llegada al poder del marido de Evita, y después de Isabelita.

Los herederos de Perón tienen poco que ver con la figura del general. Al menos, los de última generación. Han girado a la izquierda y aunque siguen sosteniendo valores populistas han derrotado a los que pretendían llevar su movimiento hacia postulados más derechistas. Dicho de manera sencilla, los Montoneros ganaron la batalla a López Rega.

Ahora, la influencia en el peronismo la tiene Cristina Kirchner y su familia, heredada del fallecido presidente Néstor Kirchner, que le dio la impronta al nuevo justicialismo. Pero el odio de la derecha neoliberal y proyanqui sigue en pie alentado por unos medios de comunicación que no le perdonan a los descendientes del general que les hayan cortado las alas de la concentración periodística.

El último episodio del resentimiento hacia ese partido ha sido el escepticismo alentado por determinados sectores mediáticos de que la expresidenta Cristina Kirchner haya sufrido un atentado y el diario Clarín, opositor acérrimo a todo lo que signifique las figuras del nuevo justicialismo ha llegado a afirmar que hasta el 82% de los argentinos consideran un bulo que un joven desequilibrado haya intentado matar a la viuda de Néstor, aunque no presenta ningún indicio para ello, salvo la simple observación.

Las razones para que el conglomerado de medios afines a Clarín, un periódico reputado en Argentina pero muy tendencioso cuando habla de la Casa Rosada —sede del Gobierno de la nación— estriba en el hecho de que los Kirchner hayan impedido que el grupo mediático se hiciera con todo el poder de la prensa del país mediante una ley antitrust que, obviamente, los editores han criticado ante la sociedad hasta la saciedad. Su frustración le ha llevado a convertirse en un periódico que representa tanto a la verdad y a la pluralidad como OKdiario a la libertad de expresión en España.

Los intereses de Clarín iban en beneficio de Mauricio Macri, presidente del Gobierno durante cuatro años en los que la economía del país se fue a pique y en los que entregó la nación a los intereses del Fondo Monetario Internacional, que pretendía cobrar una deuda que el marido de Cristina le había denegado por ser contraria a los intereses de los ciudadanos argentinos y, además, por tanto, falsa. Al periódico que aplaudió el golpe militar de 1955 contra Perón y que colaboró implícitamente con la última dictadura de Videla y Lanusse le dolió que no pudiera detener la popularidad de Cristina Kirchner y su familia.

Pese a las duras críticas y a las reprimendas de todo tipo que el periódico le hizo a Cristina Fernández durante su mandato es posible que se la encuentre de nuevo presente. El actual presidente, Alberto Fernández, que llegó al poder tras un pacto con la familia Kirchner para que la derecha no se hiciera con el gobierno tras el cuatrienio perdido de Macri acaba de anunciar que no se presentará a la reelección e insinúa que su sucesora en las filas del peronismo podría volver a ser Cristina.

Sería un duro golpe para Clarín, pero también un acicate. El periódico que llegó a poner en cuestión su credibilidad avalando la tesis del fiscal Alberto Nisman de que Argentina e Irán habían conspirado para justificar y tapar el atentado contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), una especie de club sionista que causó un buen número de muertos, tuvo que dar marcha atrás cuando la Justicia rechazó la versión del fiscal, cuyo fracaso le ocasionó una depresión que acabó en suicidio, del que algunos círculos muy derechistas de Buenos Aires culparon a la entonces presidenta del país.

La sombra de Perón es bastante más alargada de lo que parece. Sus sucesores, aunque aún le recuerdan con nostalgia, han mutado sus postulados ideológicos y han virado hacia posiciones más o menos socialdemócratas, lo que genera un gran malestar entre las clases altas argentinas, entre las que se encuentran los descendientes de los asturianos que emigraron hace casi cien años y que subieron en su estatus social recluyéndose en los centros asturianos del país. Uno de sus representantes más controvertidos fue el carapintada Aldo Rico, que intentó un golpe militar en 1987 y que pretendió dar un mitin con motivo de una visita institucional del Gobierno de Asturias al país, teniendo que abandonar el acto ante la firme actitud de Antonio Trevín, por aquel entonces presidente regional, y que podría dar buena cuenta de aquel suceso.

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