Me recuerda un viejo colega de correrías universitarias que al profesor Gustavo Bueno le han dedicado una plaza en Oviedo —de donde es hijo adoptivo desde 1995— y el pasodoble de concierto “Para don Gustavo y doña Carmen” compuesto por el valenciano Salvador Chulià, todo el mismo día, lo que no deja de ser curioso y contradictorio, pero uno ya está acostumbrado a que la figura del filósofo riojano sea objeto de las más absurdas adulaciones.
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Pase lo de la plaza porque, independientemente de su deriva ideológica en los últimos años de vida, la figura de Bueno tiene una gran importancia en la historia de la filosofía de este país y sus aportaciones universitarias son claves para entender aspectos como la Teoría del Cierre Categorial (TCC) y sus polémicas con los materialistas dialécticos como el pensador Manuel Sacristán, ideólogo del Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC).
Lo que no termino de entender es lo del pasodoble, no sólo porque la españolidad de Gustavo Bueno está bastante alejada del patriotismo cañí, sino porque nunca hizo mención a que fuera una música que le apasionara, aunque no se descarta que en su etapa de rojo antifranquista la sufriera en silencio.
No he tenido la oportunidad todavía de escuchar el pasodoble, pero espero con excepcional interés oír esa música tan española con el fin de valorar si esa dedicatoria es un homenaje o insulto en toda regla. Que todo puede ser.
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