A raíz del escrutinio de las últimas elecciones municipales y autonómicas han aparecido en las distintas redes sociales una serie de memes en los que se insta a Irene Montero e Ione Belarra a volver a sus puestos de cajeras en un conocido supermercado. Lo que sucede es que los creadores de esas historietas desconocen o simulan no conocer que, aunque pierdan su cargo de diputada en las próximas elecciones generales del 23 de julio, no van a necesitar acudir a ese puesto de trabajo, porque a ambas les espera la Universidad, ya que son licenciadas en carreras superiores. Pero, claro, el odio de clases de la derecha, y sobre todo de los más frustrados de ese segmento ideológico, hace brotar el deseo de querer lo propio para sus propios hijos y nietos, que vegetan en casa dada su condición de ninis.

Por cierto, el que va a tener gravísimos problemas para volver a su puesto de trabajo es nuestro ínclito Santiago Abascal, de quien no se conoce curro en el ámbito privado y que cuya anterior ocupación fue jefe de un chiringuito de Esperanza Aguirre por el que cobraba 80.000 euros al año. Dado que Abascal, como supongo que el personal conoce ya no está en el Partido Popular, si algún día lo despiden de las Cortes deberá dedicarse a la búsqueda de un buen trabajo gratificante y que le dé una remuneración suficiente para vivir, salvo que se quiera dedicar a la emigración para que de esta manera pueda ir a buscarse la vida a otro país y así que le den una paguita. Son las contradicciones de la derechas.

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