Lo que son las cosas. Todo el ámbito de la derecha y de la ultraderecha se pasó toda la legislatura afirmando sin fisuras que el presidente del Gobierno era y sigue siendo un tramposo. Pedro el mentiroso, le llamaron repetidamente y los alborotadores de internet y los fanáticos de la caverna hicieron el eco y hasta la reverberación para que el mensaje calara en toda España.

Pero da la casualidad de que el mentiroso no procedía de la izquierda, sino que se mantenía agazapado en el mismísimo corazón de la derecha. El contraste de información y la libertad de expresión han evidenciado que Alberto Núñez Feijóo​ es un mentiroso compulsivo.

Pensiones, sentencias judiciales, restricciones en derechos… son algunas de las falsedades que el presidente y candidato del Partido Popular lanzó al ruedo político y que finalmente se confirmaron como inciertas. Lo más grave de la historia es que estas milongas no fueron difundidas por equivocación, sino que se fabricaron con premeditación y alevosía.

Alberto Núñez Feijóo le echó morro a la política de comunicación y se plegó al “tira que libras”, hasta que se dio de bruces con periodistas que confrontaban la información en las hemerotecas y que no se acobardaban ante la prepotencia del líder de la derechona, como es el caso de la televisiva Silvia Intxaurrondo que le cantó las verdades del barquero al dirigente conservador.

Durante la entrevista en el programa de TVE “La hora de La 1”, copresentado y codirigido por Silvia Intxaurrondo y Marc Sala, el aspirante a presidir el Gobierno español instó a la periodista vizcaína a rectificar su información. Y cuando todo el país pilló al auriense con el carrito del helado, éste no sólo no pidió disculpas, sino que esbozó una justificación ambigua y calificó el asunto de equivocación.

Recordando a Alfredo Pérez Rubalcaba, nos merecemos un político que no nos mienta. Un tramposo así no puede llegar a La Moncloa y gobernar a los españoles. Por falsear la verdad.

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