La nueva visita del rey emérito Juan Carlos I a España ha tenido menos repercusión popular que las anteriores, quizá debido a que se le ha cortado el grifo de las recepciones oficiales y se ha limitado a navegar a bordo del ‘Bribón’ y a gorronear en casa de su cortesano amigo regatista Pedro Campos. O sea, que su pretensión de llamar la atención y hacerle la cama a su hijo Felipe VI y a su nuera ha dado poco de sí. Y además hasta, incluso, es probable que no participe en la regata de Sanxenxo (Pontevedra), debido a dificultades meteorológicas.
Da la impresión de que al examante de la comisionista alemana Corinna Larsen no le han salido bien sus cálculos electorales. Tenía previsto volver definitivamente a España si ganaba Alberto Núñez Feijóo (a la derecha siempre le gustaron los personajes corruptos), pero los votos de los españoles le obligarán a volver a Abu Dabi, la capital de los Emiratos Árabes Unidos.
Menos vítores de la carcundia que en otras vacaciones y menos periodistas que le doraran la píldora.. Así y todo, este servidor ha podido escuchar a una lacaya del amarillismo preguntarle en tono maternal “¿Cómo se encuentra, señor?”, en lugar de la interpelación que le haría cualquier periodista de raza: ¿Cuándo va a devolver lo robado?
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