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Manual de recursos contra el demonio

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William Friedkin dirigió éxitos como “El Exorcista” o “The French Connection”. Fotografía: Laura Lezza.

«Me ha costado 26 años acceder a montar la versión de ‘El Exorcista’ en la que el autor de la novela, Bill Blatty, siempre creyó. La nueva adaptación no sólo profundiza en el espíritu de su predecesora, sino que también incorpora numerosos momentos truculentos». (William Friedkin)

Creer en la existencia del mal. Creer que este se puede erradicar. Partiendo de estas dos convicciones, el escritor y guionista William Peter Blatty y el cineasta William Friedkin urdieron una aterradora historia de ficción realista sobre una inocente niña poseída por Pazuzu, considerado en Asiria y Babilonia como el rey de los demonios del viento.

En 1950, durante su época de estudiante, Bill Blatty supo del exorcismo practicado un año atrás en el estado de Maryland a Edwin Hunkeler, un adolescente que a los 14 años comenzó a experimentar una presunta actividad paranormal. Dos décadas después, ese incidente inspiró su electrizante novela, publicada en 1971.

En su adaptación al cine, Will Friedkin consiguió reunir las extraordinarias actuaciones de Linda Blair en el papel de la indefensa Regan, Ellen Burstyn como Chris MacNeil —la desesperada madre de Regan—, Jason Miller en su rol del psiquiatra y sacerdote Damien Karras y Max von Sydow como el padre Merrin, un anciano jesuita dedicado a los exorcismos.

Ganadora de los Oscar al mejor guion adaptado y al mejor sonido en la 46.ª edición de los Premios de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, “El Exorcista” prevalece como una de las propuestas fílmicas más impresionantes de la historia del séptimo arte. En el año de su 50 aniversario, el regreso de este clásico del género de terror se plantea en forma de tres películas que son continuación directa de la original. El próximo 13 de octubre será la fecha de estreno de “El Exorcista: Creyente” —la primera entrega de la trilogía— dirigida por el realizador nacido en Arkansas David Gordon Green.

Una de las razones por las que “El Exorcista” ha tenido tanto éxito es que la idea del demonio es tratada de una manera tan inquietante como el alcance de nuestra imaginación: ¿Cómo negociaría el demonio con nosotros si nos enfrentáramos a él? ¿Leyéndonos el alma, descubriendo cualquier secreto que tuviéramos escondido en el subconsciente y vomitándolo luego en nuestro rostro? Pero esto no es todo. Cuando el espectador ve a Regan al inicio del largometraje cabalgando sobre un caballo mientras irradia felicidad junto con su madre y su hermana, y más adelante recuerda esas imágenes al verla poseída y transformada en una criatura aterradora, el choque provoca una brutal conmoción y el consecuente olvido de todo lo visto antes.

En “El Exorcista” el recurso de las sombras es admirable: con un tono moderado, aunque increíblemente evocador. En esta película, cuya realización duró casi medio año, sólo el exorcismo ocupó tres meses de filmación; durante ese tiempo, el equipo de rodaje se sentía afortunado cada vez que lograban una toma buena. Esto se debió a que Will Friedkin quería conseguir una realización visualmente clara de las escenas en las que Pazuzu, que se hallaba en el interior de Regan, había transformado el dormitorio en un lugar insoportablemente gélido. Fue un trabajo extremo, desagradable e incómodo. Los primeros planos se grabaron con sistemas de disco láser de imagen congelada para mostrar los destellos de la cara del demonio —que en postproducción fueron insertados como mensajes subliminales— y para mostrar una doble exposición sutil en la que el espíritu maligno parecía observar a través de los ojos de la joven actriz Linda Blair.

“El Exorcista”, que en su día provocó desmayos y ataques de ansiedad en las salas de cine, fue censurada por su crudeza y aún así batió marcas de taquilla, convirtiéndose en una influencia significativa en la cultura popular. Hoy, todos los fanáticos del cine de horror celebran su 50 aniversario en medio de una especie de fiebre por lo demoníaco y lo paranormal. Tal vez sea el último acto de cariño y admiración por la figura de quien diera vida a los personajes de novela de Bill Blatty, el también estadounidense William Friedkin, que falleció a los 89 años a causa de un mieloma múltiple, el pasado 7 de agosto en Los Ángeles.

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