El temor a la soledad a menudo se presenta como una barrera que dificulta la construcción de la relación más esencial que podemos forjar durante la vida: la que mantenemos con nosotros mismos. Ya sea que compartamos nuestro camino con alguien o transitemos por él en compañía ocasional, la clave para alcanzar la felicidad radica en encontrar placer en los momentos en los que estamos solos. A lo largo de la historia, la creencia errónea de que la soledad significa anormalidad y desdicha ha estado presente. En la actualidad, persiste una mirada despectiva hacia aquellos los desparejados, como si esto implicara la existencia de algún problema. Sin embargo, esta perspectiva suele ser simplista y equivocada, ya que en muchos casos hay quien mantiene en el tiempo una relación infeliz por temor a la soledad.
La pregunta que surge es por qué resulta aterrador para muchas personas pasar tiempo consigo mismas: ¿se puede superar este miedo y aprender a disfrutar de la propia compañía?
La “solosofía”, un término acuñado por la psicóloga valenciana Nika Vázquez Seguí que da título a su más reciente libro —publicado por RBA—, invita a explorar el arte de estar solos y sentirnos completos, disfrutando de todos los placeres de la vida. Ser un “solósofo” no implica necesariamente estar soltero; implica la capacidad de disfrutar del tiempo en soledad, independientemente de si se tiene una pareja o no. Es posible ser igualmente feliz combinando momentos en solitario con interacciones sociales. Mantener una relación sana no requiere sacrificar las prioridades o gustos personales para complacer a tu acompañante, ni aceptar cosas que no se harían si se dependiera sólo de uno mismo. En lugar de eso, se puede optar por dedicar tiempo a conocerse mejor y crecer como individuo, para luego regresar a la relación con experiencias y conocimientos para compartir.
Este “desapego” de uno mismo a menudo surge de la idea errónea de que todo debe hacerse en compañía. No obstante, la mayoría de los psicólogos y terapeutas están de acuerdo en que el bienestar de una pareja depende de que ambos mantengan su propio espacio y tiempo para el autodescubrimiento y el crecimiento personal. Experimentar momentos significativos en soledad puede incluir la lectura de un libro fascinante que brinda serenidad, viajar solo para mayor espontaneidad y autoestima, practicar la meditación en cualquier lugar y dedicar tiempo a actividades creativas que fomentan la conexión personal. Esta conexión interna a menudo es difícil de encontrar en compañía de otras personas. Como sugiere Nika Vázquez en su libro, la conexión implica estar en sintonía con uno mismo y con el entorno, eliminando así la sensación de amargo desamparo que a veces se siente incluso rodeado por una multitud.
En última instancia, la soledad no debe ser temida ni evitada, sino abrazada como una oportunidad para crecer y fortalecer la capacidad intrapersonal. En la cultura actual, donde prevalece la filosofía de “menos es más”, también es válido aplicar esta premisa a las relaciones interpersonales. ¿De qué sirve mantener contacto con muchos individuos si sólo nos sentimos realmente cómodos con unos pocos? Invertir el tiempo y la energía en esas conexiones de calidad es una sabia elección.
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