La Francáfrica se enamora de Rusia

14 de octubre de 2023
Un ciudadano de Burkina Faso ondea la bandera rusa. Fotografía: Assane Ouedraogo.

Hay personas nostálgicas de los buenos oradores parlamentarios, incluso que llegan a añorar a los grandes portavoces en las Cortes como Castelar o Salmerón. Yo echo muchísimo de menos a los tácticos que intentan ordenar el mundo a su manera, porque, aceptémoslo, ya no hay geoestrategas como durante la Guerra Fría.

Muchos pensaban que con la desaparición de la Unión Soviética las decisiones de Estados Unidos iban a ser como una especie de desfile militar, pero no contaban con que el unilateralismo y la conversión en una gran potencia iban a fortalecer la autoestima de Washington hasta convertirla en soberbia, lo que le llevó a cometer más fallos de lo previsto.

Occidente se quedó sin referentes sólidos y pensaron que todo el monte era orégano y que podían hacer su santa voluntad sin reparar en las consecuencias y sin un mínimo análisis sobre la evolución del planeta.

Eso es lo que le ha pasado a Francia desde que Emmanuel Macron ocupa la presidencia, que ha visto como África se le iba de las manos porque el político de Amiens pensaba que el mundo era estático y las colonias seguían indisolublemente unidas a la gran madre patria.

Esto nunca le hubiera ocurrido a Charles de Gaulle, tras su traumática experiencia argelina, ni siquiera a su sucesor, Georges Pompidou, considerado un segundón en la historia de su país a imagen y semejanza de Raymond Poulidor en relación con Jacques Anquetil.

Los dos presidentes antes citados tenían cierta inteligencia operativa. No sé si porque el mundo vivía una situación bipolar o porque existían elementos dubitativos sobre el futuro de los países francófonos.

A Emmanuel Macron se le escapan los aliados. Seis países de la denominada Francáfrica han destituido a sus gobernantes, invitado a los embajadores galos a que vuelvan a la metrópoli, desatendiendo las consignas de París.

Costa de Marfil, Malí, Burkina Faso, Guinea Conakry, Níger y Gabón han abjurado de los principios francófonos por la corrupción, el expolio y los oídos sordos a sus reclamaciones, cambiando sus ejércitos a los gobiernos sumisos a las proclamas de Francia.

Y no es porque no se les haya avisado. Analistas y expertos de países cercanos hicieron ver a Macron que o cambiaba su actitud colonialista en África o se llevaría una enorme decepción.

Ocurrió, pues, lo inevitable. Ante la desidia de Francia, esos países se echaron en manos de Rusia, que con sigilo y sin grandes alharacas, pero con el escrupuloso respeto a unas políticas más independientes, sin renunciar a sus plusvalías, se llevó el gato al agua.

Quizá pueda deberse a que Rusia nunca fue un imperio colonial e intuía que era lo que molestaba a marfileños y gaboneses, sin apretar demasiado para no ahogarles.

Es sumamente interesante el artículo que Le Monde diplomatique publicaba el pasado mes de septiembre en el que explicaban las causas de la insatisfacción africana y su progresivo enamoramiento de Rusia.

Sea por uno u otro motivo, Francia ha perdido influencia en su área de control y no parece que ni a corto ni a medio plazo la vaya a recuperar. Moscú ha tirado las redes sobre esas naciones y otras de carácter anglófono y lo ha hecho con mucho éxito.

Como en este tema sí se pueden querer dos países a la vez y no estar loco, África ha entablado también relaciones con China y se han puesto en marcha mecanismos de inversión complementarios con los de Rusia y que no avasallan al continente.

En tiempos de supuesta unilateralidad, Occidente pierde África y los competidores de Estados Unidos, China y Rusia ganan la partida geopolítica. ¡Bendita Guerra Fría!

¿Qué te ha parecido el contenido al que acabas de acceder?

En ORUBA consideramos la independencia editorial como el pilar sobre el que se construye el periodismo veraz e incorruptible. Cada artículo que publicamos tiene como objetivo proporcionarte información precisa y honesta, con la certeza de que tú eres la razón de nuestro proyecto informativo.

Por ello, queremos invitarte a formar parte de nuestro esfuerzo. Cada euro cuenta en nuestra misión de desafiar narrativas sesgadas y defender la integridad periodística. Desde sólo 1 euro, puedes unirte a esta causa.

Tu apoyo respalda nuestra evolución y envía un mensaje claro: La información sincera merece ser protegida y compartida sin obstáculos. ¡Únete a nosotros en esta misión!



Publicidad