Hace unos días, una persona supuestamente afín, ideológicamente hablando, y con la que creía tener cierto grado de amistad me llamó para invitarme a tomar un café y presentarme a su nueva pareja. Y allá que fui. Confiado, lo que me encontré me sorprendió bastante, y no precisamente para bien.
Cuando llegué al lugar de la cita, ya estaban sentados. Mi amiga me recibió con una sonrisa, mientras que él me miró con recelo y ni siquiera se levantó para darme la mano una vez hechas las presentaciones de rigor.
El tipo en cuestión era un tópico con patas: pelo engominado y peinado hacia atrás, camisa azul con unos caballos en la pechera, pantalón de pinza, mocasines de piel y, para rematar el conjunto, una pulsera rojigualda en la muñeca izquierda.
Fue uno de los cafés más rápidos de mi vida. El sujeto, con un tono burlón, no dejaba de provocar, con la única intención de hacerme saltar. Que si los zurdos, que si las paguitas, que si las feminazis, que si el Falcón, que si las “pelotas” de Carvajal, etcétera.
Podía haber respondido a las provocaciones, pero no lo hice. Simplemente, me levanté y le dije que había sido un gusto conocerle y que todavía sería mayor placer no volver a verle en mi vida. Minutos después, ella me llamó para decirme lo equivocado que estaba con él, que era un buen tío y que el problema lo tenía yo si no era capaz de separar lo político de lo personal. Acto seguido, y sin darme tiempo a responder, me colgó el teléfono y me bloqueó tanto en WhatsApp como en Facebook.
Al día siguiente estuve reflexionando sobre el asunto y llegué a la conclusión de que ella tenía razón. Efectivamente, no sé separar lo político de lo personal, ya que, según mi forma de entender la vida, lo personal es político y lo político es personal.
No tengo pareja, pero si la tuviera, me resultaría imposible mantener una relación con alguien de ideología fascista. Jamás podría sentir algo por alguien que defienda o apoye posturas xenófobas, racistas, machistas u homófobas.
Soy así de raro, y ya es tarde para cambiar. ¡Qué le vamos a hacer!
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