En la madrugada del lunes 30 de septiembre, la policía italiana desplegó un amplio operativo en Milán que culminó con el arresto de 19 personas, la mayoría vinculadas a grupos de aficionados ultras de los clubes de fútbol Inter de Milán y AC Milan. La intervención fue coordinada por la Dirección Antimafia de la Fiscalía de la metrópoli milanesa, con la participación de la Policía de Estado y la Guardia di Finanza. Los detenidos enfrentan graves acusaciones, entre ellas pertenencia a una organización criminal vinculada a la mafia calabresa, la ‘Ndrangheta, así como extorsión, lesiones y otros delitos relacionados con actividades ilegales en el estadio de San Siro.
Entre los inculpados se encuentran nombres destacados como Marco Ferdico y Luca Lucci, los cabecillas de las hinchadas radicales que apoyan a los dos equipos de la región de Lombardía, en el norte de Italia. Ambos son conocidos por sus antecedentes penales y su participación en acciones violentas. La investigación policial reveló cómo estos fanáticos controlaban la reventa de entradas, extorsionaban a comerciantes y gestionaban los aparcamientos en las inmediaciones del estadio.
La tensión aumentó tras el asesinato, hace menos de un mes, de uno de los jefes de la Curva Nord del Inter, que además era parte de la poderosa familia Bellocco. Antonio Bellocco fue asesinado el 4 de septiembre en una salvaje pelea con Andrea Beretta, otro ultra nerazzurri, quien le asestó 20 puñaladas en el aparcamiento de un gimnasio. Este crimen no sólo puso de relieve la rivalidad entre las facciones por el control del crimen organizado en torno al fútbol, sino también el profundo arraigo de la mafia en el calcio italiano.
Las grabaciones interceptadas por las fuerzas de seguridad desvelaron el nivel de influencia de estas bandas. Marco Ferdico, por ejemplo, llegó a coaccionar al entrenador del Inter, Simone Inzaghi, para conseguir más entradas para la final de la Champions League, advirtiendo que el tifo retiraría su apoyo si no se cumplía su petición. La presión se extendía incluso a los jugadores, quienes vivían en un contexto de temor e inquietud.
Los ultras no sólo generaban ingresos cometiendo actos ilícitos, sino que también mantenían un ambiente de omertà (ley del silencio), similar al de la Cosa Nostra siciliana. Ambos grupos habían logrado establecer un acuerdo de no agresión para repartirse el control del estadio de San Siro, convirtiéndolo en un territorio fuera del alcance de las autoridades durante años.
La operación policial también se centró en el homicidio de Vittorio Boiocchi, miembro emblemático de la Curva Nord, quien falleció en octubre de 2022 tras recibir varios disparos en el cuello y el pecho en el barrio de Figino, a las afueras de Milán. Su asesinato estuvo relacionado con luchas de poder, lo que refuerza las conexiones entre los tifosi y la ‘Ndrangheta.
En una rueda de prensa, el titular de la Fiscalía Antimafia y Antiterrorismo, Giovanni Melillo, resaltó la importancia del proceso en curso, afirmando que este permite visibilizar el control que ejerce el crimen organizado sobre el fútbol en Italia: una lacra que ha afectado a clubes, jugadores y equipos técnicos durante años, a menudo bajo amenazas de muerte.
Por su parte, la Federación Italiana de Fútbol (FIGC) ha solicitado información a la Fiscalía para estudiar posibles sanciones a los clubes involucrados, ya que el reglamento prohíbe cualquier relación con los radicales. Aunque ni el Inter ni el Milan están implicados en la investigación, el vínculo indirecto con los ultras genera preocupaciones sobre la mala influencia que estas pandillas ejercen en un ámbito estrictamente deportivo.
Esta operación pone de manifiesto ante la opinión pública el problema que azota a la Serie A, la competición más importante del fútbol italiano: los ultras no sólo representan una amenaza para la integridad física de los aficionados pacíficos, sino que han convertido el deporte rey del país transalpino en una plataforma para proyectar actividades delictivas. La justicia italiana espera que las detenciones efectuadas marquen el comienzo del fin de las hordas que están devastando los valores del fútbol: el trabajo en equipo, la disciplina, la perseverancia y el espíritu de superación.
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