Se llega a un momento en la vida en que casi nada te llena (a mí en concreto me llegó con 14 años), y cuando se dice nada, nos referimos a personas y cosas, porque experimentas que no hay persona, trabajo, libro, película, música, viaje, entretenimiento, regalos y cualquier objeto que te haga sentirte pleno, porque ninguna de estas cosas puede lograrlo. Hay gente que dice: “He leído un libro genial”, o “he visto una película magnífica”, o “he realizado un viaje maravilloso”. Pero ¿ese libro, esa película, o ese viaje han cambiado tu vida de forma radical? Porque si no han cambiado tu vida, no serían tan geniales, tan magníficos ni tan maravillosos, os lo aseguro. Desde que nacemos hacemos lo contrario de lo que debiéramos hacer, porque los seres humanos están llenos de confusión y no saben hacia dónde dirigirse, y ocupan su vida, o mejor dicho las circunstancias, en estudiar, emparejarse, tener hijos, trabajar, adquirir una vivienda, leer, viajar, divertirse, etcétera, sin saber que eso son sólo circunstancias pasajeras, pero no son la esencia de la vida.
La vida es estar pleno, absolutamente satisfecho y feliz, y eso sólo se logra conociéndose a sí mismo. Pero solamente la verdadera sed de lograrlo te llevará hacia ese fin. Puedo apreciar la enorme insatisfacción de la gente a mi alrededor, por eso buscan ocupaciones continuamente, y compañía, las personas no saben estar solas, porque se creen que la soledad es abandono, y es justamente todo lo contrario, porque cuando tu vida tiene pleno sentido, la soledad es fundamental. De hecho, nacemos solos y morimos solos, aún estando rodeados de gente; la soledad es necesaria para conocernos a nosotros mismos, para meditar y concentrarse la soledad es indispensable. Sólo la sed, la sed extrema puede hacer beber al ser humano de esa agua especial, que es el Conocimiento. “Conócete a ti mismo y conocerás el Universo y a los dioses”, y os puedo asegurar que es verdad, es mi experiencia.
Texto: Alfredo Navarro Saldaña.