
La fusión de los códigos verbales y visuales en códigos sígnicos, autónomos y con propiedad, cuenta con unos antecedentes riquísimos.
Especialistas y estudiosos con criterio y rigor han conseguido mostrarlos de una manera razonada y justificada desde la oralidad hasta otras formas de escritura no adaptadas a las establecidas de cada época. A fecha de hoy, puede considerarse todavía a la poesía experimental como una disciplina exploratoria que continúa planteando una ruptura con el lenguaje común, y cuyo resultado más llamativo y sobresaliente es la capacidad de síntesis, lo que hace que se le puedan adjudicar los atributos de útil, aclaratoria y comunicativa.
Los elementos simbólicos con los que la poesía experimental amplía las posibilidades expresivas, vienen a reforzar en algunos casos la expresión lingüística del poema, en otros se desarrollan como propias formas de expresión dejando a un lado la sofisticación formalista y vacía. Lejos de plantear nuestro trabajo como una aventura de transición o de distanciamiento, lo que realmente ha ocurrido sin alterar la estructura básica del lenguaje verbal, ha sido que al ir agregando nuevas dimensiones —todo poema es inseparable al contenido— se han ido sumando por asimilación cualidades sonoras, rítmicas, fónicas, plásticas, escultóricas, teatrales y hasta gestuales de una manera natural y sin contradicciones.
Texto: Antonio Gómez.