En la época moderna, el marketing es la herramienta utilizada para incrementar el consumo y posicionar una marca, afianzando su prestigio entre los compradores. A través de los canales de comunicación establecidos, se desarrollan estrategias de difusión pública y campañas de pago en beneficio de un producto previamente analizado.
La irrupción y rápido crecimiento de Internet implementó la mercadotecnia con procedimientos novedosos en aquel momento. Pero, lejos de convertirse en la solución mágica, el digitalismo supuso un anclaje, generando métodos intrusivos de promoción. Un estudio llevado a cabo con internautas que navegaban por diferentes dispositivos concluyó que casi un 90% de ellos se sentían aturdidos con la publicidad. Entre los reclamos más molestos destacaba el de la página completa; en algunos casos, los usuarios cerraban la página, la abrían de nuevo y, al ver que no desaparecía, abandonaban la sesión.
En agosto de 2015, Adobe y PageFair informaron que la cifra de 198 millones de navegantes que usaban a nivel mundial los denominados bloqueadores de publicidad (ad blockers) crecía de forma exponencial, ocasionando a los anunciantes pérdidas de más de 21.800 millones de euros.
A propósito de inversión en publicidad digital: ¿Has contratado alguna vez servicios de marketing en línea? ¿El resultado final fue el esperado? ¿Crees que tu mensaje llegó de forma correcta al grupo objetivo? Finalmente, ¿has reflexionado en algún momento sobre tu reputación en la red? Un buen prestigio supone más ventas, confianza y clientes satisfechos. En este punto, te aconsejamos precaución porque hoy lo nuevo ya pasó: las recetas caducadas de los apóstoles de las tendencias pueden devaluar tu posicionamiento en el mercado; a ellos sólo les importa facturar sin producir servicios ni soluciones novedosas en consonancia con la sociedad hiperdesarrollada.
“Una vez diseñado, el futuro ya no es para siempre, sino que necesita ser montado y desmontado continuamente”. (Zygmunt Bauman)
En este contexto, han surgido otros modos de propaganda, como la publicidad programática basada en Big Data. Mediante técnicas semiautomáticas, una empresa puede conectar con el consumidor adecuado para ofrecerle productos afines por medio de algoritmos que establecen coincidencias. Efectiva pero impersonal, en el límite de la asepsia: no hay intervención humana. Del adoctrinamiento de cuartilla gutenberguiana al control automatizado de audiencias.
En ORUBA no vendemos publicidad; jamás mercadeamos. Ofrecemos alegrías necesarias, deseadas e inesperadas, así como el alivio de las frustraciones del anunciante. Cada día, trabajamos para crear un alto valor comercial a partir del desarrollo de actividades funcionales —tareas específicas— y sociales —simpatía, apego, consideración—. En ORUBA hemos diseñado técnicas singulares que generan cercanía y autenticidad, propiciando vínculos armónicos entre el anunciante y los lectores, porque el juego no consiste en pasar el dinero del bolsillo de un cliente al tuyo y ya.