Robert Nesta Marley, un ícono de la música, no sólo dejó una huella imborrable en el arte, sino que también influyó profundamente en la cultura y la conciencia global. Su trayectoria vital, marcada por la pasión, el activismo y la música, sigue fascinando y cautivando a millones de personas en todo el planeta.
Nacido el 6 de febrero de 1945 en Nine Mile, un pueblo situado en la parroquia de Saint Ann, vivió una infancia pobre pero rica en tradiciones locales. Criado por su madre, Cedella Booker, tras el abandono de su padre, Norval Marley, el pequeño Bob solía leer la mano de la gente cuando era niño, acertando casi siempre en sus predicciones. Dejó de hacerlo a partir de los siete años para el resto de su vida.
Desde una edad temprana, encontró en la música una forma de escapar de las luchas diarias y expresar sus sueños y esperanzas. Aprendió a tocar la guitarra de la mano de Peter Tosh y a cantar junto a Bunny Wailer, quienes fueron sus compañeros tanto en The Teenagers como en The Wailers.
La música no sólo le ofreció una forma de expresar sus pensamientos más profundos, sino que también se convirtió en un vehículo para su creciente compromiso con el movimiento rastafari, abogando por la unidad y la igualdad para los africanos. Inspirado por estas enseñanzas, adoptó este estilo de vida que defiende que la palabra y el sonido son poder, y se convirtió en un ferviente defensor de sus principios, utilizando sus composiciones como herramienta para difundir un mensaje de amor, paz y resistencia.
Su primera canción fue “Judge Not”, grabada en 1963 gracias al apoyo del empresario local Leslie Kong. A mediados de 1963, Clement Coxsone Dodd vio a los Wailing Wailers y decidió promocionar al grupo. Lanzaron su primer sencillo, “Simmer Down”, con la discográfica Coxsone a finales de 1963.
En la década de 1970, se convirtió en un símbolo del reggae y su influencia se extendió por todo el mundo. Durante este período, compuso junto con Vincent Tata Ford una de sus canciones más famosas, “No Woman, No Cry”, cediéndole la autoría completa a su amigo de la infancia. Gracias a este gesto, Ford pudo continuar con su negocio de sopas en Trenchtown hasta su fallecimiento el 28 de diciembre de 2008.
A lo largo de su carrera, trabajó incansablemente para difundir su obra y su mensaje. Con su banda, The Wailers, y el coro femenino I-Threes, liderado por su esposa Rita, llevó el reggae a audiencias internacionales, actuando en escenarios globales y publicando álbumes aclamados como “Exodus”, lanzado en 1977 y considerado por la revista Time como el mejor disco del siglo XX.
“Exodus” se convirtió en un clásico desde su lanzamiento, con canciones como “One Love” o “Three Little Birds”, siendo alabado tanto por la crítica como por el público. Este álbum consolidó su posición como uno de los principales exponentes del reggae, convirtiéndolo al mismo tiempo en un símbolo de resistencia y esperanza.
Además de su éxito musical, era un apasionado jugador de fútbol, su deporte favorito. Como activista comprometido, luchó por la justicia y la igualdad. Desde su apoyo a causas de derechos humanos en Jamaica hasta su participación en conciertos benéficos, utilizó sus composiciones para abogar por los derechos de los oprimidos en todo el mundo.
Sin embargo, su activismo no estuvo exento de riesgos. En 1976, él y su banda fueron atacados en su casa dos días antes del concierto “Smile Jamaica”, dejándolo herido física y emocionalmente. Tras este incidente, se refugió en las Blue Mountains, alojándose en casa de Chris Blackwell, para recuperarse y esperar a que las aguas se calmaran.
En este punto, cabe mencionar que existe una teoría apócrifa que cuenta que durante su estancia en las montañas, recibió la visita de un hombre que se presentó como fotógrafo del New York Times. Se trataba de Bill Oxley, quien en 2017 afirmó públicamente haber trabajado para la CIA durante 29 años con autorizaciones de seguridad de alto nivel. Tras lograr acceder con una credencial de prensa, Oxley le regaló unas zapatillas Converse All Stars como muestra de admiración. Pero, lo que parecía un gesto inocente se tornó trágico cuando, al probarse las deportivas, se lastimó con un alfiler contaminado con virus y bacterias cancerígenas.
Bill Oxley declaró haberse encargado de que los tratamientos médicos que Marley recibió en París, Londres y Estados Unidos no lograran su recuperación, sino acelerar su muerte. Finalmente, en mayo de 1981, falleció a la temprana edad de 36 años, víctima de cáncer.
Durante su estancia en la clínica del doctor Josef Issels en Bad Wiessee, fue sometido a transfusiones de sangre, hipertermia e inyecciones de tetrahidrocannabinol, comúnmente conocido como THC. También, fue sometido a una dieta restringida que le prohibía comer alimentos traídos de Jamaica, hasta que llegó a pesar sólo cincuenta kilos. Sus compañeros comenzaron a inquietarse por su alarmante deterioro, sintiendo que el tratamiento estaba minando su estructura física; algo especialmente angustiante para un hombre cuyo sobrenombre, Tuff Gong, hacía referencia a su fortaleza, comparándola con la de una piedra volcánica.
Al Anderson, el guitarrista que participó en los discos fundamentales del gurú del reggae, sostiene que su amigo no murió a causa de un cáncer. Según Anderson, vivía acosado por la CIA y el FBI. El republicano Ronald Reagan y su vicepresidente George H. W. Bush le presionaban constantemente para que apoyara a Edward Seaga —líder del Partido Laborista de Jamaica— para que este volviera a ocupar el cargo de primer ministro del país. Pero Nesta era comunista y había apoyado a Fidel Castro.
El filme “Bob Marley: One Love” (2024), dirigido por Reinaldo Marcus Green, brinda una visión personal y emotiva de la existencia y legado del León de Jamaica, centrándose en la grabación de su álbum trascendental “Exodus”. A través de esta película biográfica, se sigue a Marley mientras enfrenta diversas adversidades tanto profesionales como personales en su camino para compartir con el mundo sus creaciones, las cuales siguen resonando entre el público incluso más de 40 años después de su fallecimiento en 1981.
Su vida y muerte están rodeadas de misterio y controversia, pero su legado perdura como un recordatorio del poder de la música para inspirar y unir a todos los pueblos, así como su lucha incansable por la justicia y la equidad. Que su sonido y su mensaje continúen inspirando a generaciones futuras a luchar por una sociedad más justa y pacífica.
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