Las querellas del amado de Lady Machetes

El novio de Isabel Díaz Ayuso, pese a admitir su fraude fiscal, persiste en querellarse contra quienes lo llaman delincuente. Amparado por la presidenta madrileña, González Amador despliega una paradoja en su defensa: denunciar a todo aquel que afirme lo que él mismo confesó
29 de octubre de 2024
La pareja de Díaz Ayuso, Alberto González Amador, a su llegada al juzgado. Fotografía: Rodrigo Jiménez.

Siento una rendida admiración por la capacidad que tiene el novio de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, para querellarse contra todo lo que se mueve, al tiempo que se indigna cuando sale a relucir su incumplimiento reconocido de obligaciones fiscales con Hacienda y el aprovechamiento vergonzoso para su propio provecho del cargo político que ostenta la persona con la que mantiene una relación.

Que yo haya contado, son cinco las querellas que Alberto González Amador ha presentado contra quienes han dicho que es un delincuente confeso, entre ellas, como no podía ser de otra manera, una contra el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Me temo que el gentil enamorado de Lady Machetes va a tener que volver a vender cientos de miles de mascarillas EPI para afrontar el pago de abogados ante tantas demandas interpuestas.

Ahora, la magistrada Inmaculada Iglesias ha abierto una pieza separada en torno a las relaciones del gurú del lucro con la compañía sanitaria Quirón, con la que parece que hacía suculentos negocios. Al parecer, González Amador podría haber cometido delitos de administración desleal y corrupción en sus negocios al usar una empresa pantalla para ocultar pagos de QuirónSalud. Esta decisión judicial ha rebotado al interfecto, que ha recurrido. Y va tan sobrado que no descarto que termine demandando también a la jueza.

Es muy posible que esta apelación al fango y al “tú más” les venga como anillo al dedo a Díaz Ayuso y a su novio, pero no tengo tan claro si beneficia al conglomerado de asistencia sanitaria privada, ya que el negocio puede resentirse en su credibilidad, lo que erosionaría su cuenta de resultados. Y eso ya duele un poquito más, porque el ciudadano medio está muy mosqueado con el emporio de la salud fundado en la década de 1950 por Publio Cordón y comienza a desestimar la contratación de un seguro con esa gente que tiene chanchullos con comisionistas.

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