Érase una vez… unos nobles delincuentes

31 de octubre de 2023
En la imagen, Luis Medina Abascal, marqués de Villalba. Fotografía: GTres.

Pese a que el conocido refrán español que dice que “de tal palo, tal astilla” me parece bastante simplón y un poco antiguo, me viene de perlas para poner de relieve que en más ocasiones de las que debiera los hijos superan en irregularidades a esos padres que no fueron ejemplo alguno para sus vástagos y así nos luce el pelo, sobre todo aquellos que todavía lo fían todo a las buenas costumbres y al orden natural.

Acabo de comprobar que la Fiscalía ha solicitado una pena de prisión de nueve años para Luis Medina, quien, junto con su mandadero Alberto Luceño, urdió un plan para que en plena pandemia, el coronavirus le reportara pingües beneficios en forma de comisiones irregulares por la venta de mascarillas, lo que da una idea de la catadura moral del personaje, que, además, nunca ha mostrado signos de arrepentimiento ni siquiera para decir «la cocaína me ha llevado hasta aquí».

Luis Medina es un aristócrata de cuna perteneciente al Ducado de Feria, que tan deshonestamente llevó su padre Rafael, casado en segundas nupcias con Naty Abascal, una modelo de alta costura de la que se divorció pocos años después de contraer matrimonio y que bastante desgracia tuvo emparentando con este individuo, cuyas andanzas son dignas de cualquier pelamangos de tres al cuarto.

Rafael Medina estuvo implicado en un execrable asunto de trata infantil que fue muy sonado en la España de la década de los años noventa del pasado siglo y que devino en un escándalo en el selecto grupo de la beautiful people, como si la gente guapa de la nobleza española no fuera jaranera de por sí y sin falta de aditivos delictivos de los que avergonzarse.

Con el inicio de la expansión de la prensa del corazón, Rafael Medina fue crucificado en televisiones, revistas de papel cuché y en las corralas de la época por sus pecados vergonzantes que le llevaron a prisión, en la que sólo estuvo dos años: no sé si por su condición aristocrática o porque la sociedad de entonces no sentía tanto repudio como la sociedad moderna respecto a la lacra de la pederastia. Al final, el duque acabó suicidándose porque no le quedaba más remedio que rendir cuentas ante Dios y ante la historia.

Su hijo, Luis, parece ser tan noble como él… y tan delincuente. En compañía de otro tarambana, maquinó una trama que consistía en obtener la mayor cantidad de dinero posible a costa del miedo de los españoles a contagiarse del virus SARS-CoV-2. El truco no era otro que vender mascarillas a precio de escándalo al Ayuntamiento de Madrid que, por ahora, no está incurso en este delito, aunque un servidor no lanzaría cohetes al espacio.

Padre e hijo fueron —porque como indiqué, Rafael se quitó la vida en 2001— dos nobles delincuentes que además cometieron delitos deleznables. El padre abusó de menores y el hijo se aprovechó supuestamente, claro, aún no ha habido juicio, del temor y la inseguridad de los españoles para embolsarse casi seis millones de euros para vergüenza del rancio linaje del que forma parte.

El asunto lleva tiempo en el candelero y en este intervalo todavía no he visto ni oído a ningún destacado dirigente del Real Cuerpo de la Nobleza hacer comentario o mención alguna sobre las aberraciones del Ducado de Feria, no sé si porque sólo se dedican a examinar la sangre azul de la aristocracia o a que les importa tres cojones lo que hagan sus asociados, lo que pone de relieve que no sirven para nada, igual que la organización a la que pertenecen. El pasado noble ya huele a muerto.

¿Qué te ha parecido el contenido al que acabas de acceder?

En ORUBA consideramos la independencia editorial como el pilar sobre el que se construye el periodismo veraz e incorruptible. Cada artículo que publicamos tiene como objetivo proporcionarte información precisa y honesta, con la certeza de que tú eres la razón de nuestro proyecto informativo.

Por ello, queremos invitarte a formar parte de nuestro esfuerzo. Cada euro cuenta en nuestra misión de desafiar narrativas sesgadas y defender la integridad periodística. Desde sólo 1 euro, puedes unirte a esta causa.

Tu apoyo respalda nuestra evolución y envía un mensaje claro: La información sincera merece ser protegida y compartida sin obstáculos. ¡Únete a nosotros en esta misión!



Publicidad


Deja una respuesta

Your email address will not be published.