Melancolía: travesía entre recuerdos y anhelos

En el salón azul, Henry Miller mancha la mesa verde rescatada con sus palabras. Un libro antiguo, una nostalgia por Rita. Enero avanza, mi deseo de éxito preside las calles
23 de enero de 2017
Fotograma de la película “El pianista” (2002), de Roman Polanski.
Fotograma de la película “El pianista” (2002), de Roman Polanski.

Henry Miller, digamos lobo, digamos hombre–catarata, descansa sobre la mesa auxiliar que he rescatado recientemente del olvido, y que luce ahora en mitad del salón azul. Henry está empezando a rezumar del libro y va decolorando la mesita, verde en origen, hasta dejarla guarra de impresión. “Así que Henry no se demora en efectos”… Es la primera mañana que paso con este libro, este en concreto, un libro viejo y sobado, y tendrá que aclimatarse, a ver qué entrada hace. De aquel otro ejemplar de “Trópico de Cáncer” mío, aquel de las cubiertas salpicadas de adolescencia, recuerdo especialmente la despedida, recuerdo a Rita deshojando el objeto preciado, dolido de sus manos infantiles, y la golpiza que se ganó por ello la niña, mi prima Rita, a la que el crimen literario sentaba fenomenal, en sus once o doce años de ramoneo por los prados, de animal y de temeraria.

Por eso he vuelto a comprar esta obra, en una feria de libros usados que da al invierno la nostalgia de las primeras ediciones, de las páginas amarillentas y reprensadas, de los curiosos que no sabían de aquel tinglado de los toldos y las ofertas (hay mucho libro sobre Franco en oferta): porque hace años que no veo a Rita. Esto me lo digo en el camino dispar de la media tarde, en un trayecto en el que ocupo mucho sitio pero un sitio frío, de barruntar tantos motivos y despreciar el caldo fresco de los días. Semanas, meses ya. Y cayendo en la rutina de las excepciones como si yo tuviera un jardín y en ese jardín sólo se cultivase fiebre y alucinación porque la certeza del tomate no interesa.

Estoy seguro de que alguien se está enfadando por esto. El desprecio al caldo renovable de los días, que sólo quiero ver pasar. Se trata de Bill Murray viviendo una y otra vez la misma jornada, de un estoicismo suicida hacia la superación…

Así que enero avanzado y preside las calles mi necesidad de éxito.

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