El pasado 27 de octubre, en un acto organizado por el Movimiento de Participación Popular (MPP), Pepe Mujica, una de las figuras más queridas y respetadas de la política uruguaya a nivel mundial, hizo su última aparición arropado por una multitud que lo ovacionó con cariño. Convocado por su esposa, Lucía Topolansky, el viejo sabio dirigió a su gente un mensaje de despedida que trascendió la política y, de manera definitiva, llegó al corazón de los presentes, marcando el cierre de su vida pública.
Con la fragilidad de su salud y la consciencia de que está muy cerca de su final, Mujica, a sus 89 años y con la serenidad que siempre lo ha caracterizado, expresó: «Soy un anciano que está muy cerca de emprender la retirada de donde no se vuelve». Sin embargo, lejos de ser un adiós cargado de tristeza, sus palabras estuvieron llenas de gratitud y esperanza. Fue una despedida profunda y emotiva, un testamento de su lucha por un futuro más justo, pero también un reconocimiento de que su tiempo se termina, mientras disfruta de la tranquilidad de lo cotidiano en su chacra, a las afueras de la capital uruguaya.
Visiblemente emocionado, manifestó que por primera vez en los últimos 40 años no participaba en una campaña electoral: «Porque estoy peleando con la muerte, porque estoy al final del partido, absolutamente convencido y consciente». Sin embargo, sintió que debía estar esa noche en la Plaza 1 de Mayo de Montevideo, apoyando al candidato presidencial frenteamplista Yamandú Orsi.
En esa reunión, el viejo sabio no sólo reafirmó su vocación de servicio comunitario, sino que dejó claro que, aunque su cuerpo esté cediendo, su lucha continuará a través de quienes siguen adelante. «Hay que trabajar por la esperanza», fue su mensaje, recordando a las nuevas generaciones que tienen la responsabilidad de prepararse ante un futuro que cambiará a una velocidad impredecible. «Cuando mis brazos se vayan, habrá miles de brazos sustituyéndome», dijo, ofreciendo una última reflexión sobre el compromiso de los jóvenes con la construcción de un mundo mejor.
En esa última intervención, Mujica no sólo compartió un mensaje político, sino una lección de vida. Recordó que la verdadera política no radica en el poder, sino en el esfuerzo colectivo por alcanzar un mundo más justo. Aunque su tiempo se agota, su legado continuará, presente en quienes luchan por la esperanza y el cambio.
«¡No al odio, no a la confrontación! Hay que trabajar por la esperanza», resaltó, antes de añadir: «Tengo que darle gracias a la vida, porque cuando estos brazos se vayan, van a haber miles de brazos. Hasta siempre, les doy mi corazón. Y gracias por existir», concluyó.
Pepe Mujica se encuentra alejado de la cotidianidad de su país debido a su tratamiento de radioterapia contra un cáncer de esófago y a los consecuentes ingresos hospitalarios para tratar las complicaciones digestivas derivadas de este mal.
El viejo sabio, descendiente de vascos que llegaron a Uruguay en 1842, fue guerrillero, sindicalista, agricultor… Por su lealtad hacia los obreros de su tierra, sufrió una detención extrajudicial, considerada secuestro militar, entre 1972 y 1984. Mujica ha sido definido como “el jefe de Estado más humilde del mundo” debido a su frugalidad y a la donación de alrededor del 90% de su salario mensual de doce mil dólares a organizaciones benéficas en favor de los pobres y los pequeños empresarios. Con un enfoque permanentemente crítico hacia el capitalismo especulativo y voraz, en 2015 la revista inglesa Times Higher Education lo calificó como el “presidente filósofo”.
El eterno Pepe Mujica fue el 40.º presidente de Uruguay entre 2010 y 2015. En la actualidad, el destino del gobierno de la nación aún está por dilucidarse: en la primera vuelta de las elecciones presidenciales y parlamentarias, el candidato del Partido Frente Amplio (FA), Yamandú Orsi, se proclamó vencedor con el 43.9% de los votos, mientras que el representante del Partido Nacional, Álvaro Delgado, obtuvo el 26.8%. De este modo, ambos políticos competirán en una segunda vuelta.
En Uruguay, el voto es obligatorio y la reelección consecutiva de un presidente no está permitida, tal como lo establece el artículo 152 de su Constitución. El aspirante que resulte vencedor en el balotaje será el sucesor de Luis Lacalle Pou. El próximo mandatario de la República uruguaya será elegido en una segunda vuelta entre los dos postulantes más votados, el domingo 24 de noviembre.
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