¿Qué ha sucedido desde el efusivo abrazo de Alberto Núñez Feijóo, presidente nacional del PP, a su colega de partido y máximo responsable de la Generalitat Valenciana, con halagos y loas incluidas, hasta la reciente pretensión de la derecha de que el Gobierno central asuma las competencias sobre la catástrofe de las inundaciones, relegando así al jefe del Ejecutivo valenciano? Pues una gestión política y humana deplorable, plagada de interrogantes y errores evidentes, que roza lo criminal.
Este cambio de paradigma de Núñez Feijóo parece orientado a eximir a Carlos Mazón de cualquier responsabilidad y salvarle el pellejo ante la posibilidad de que la incompetencia del político alicantino en la gestión de la DANA termine restando votos a los populares, no sólo en el ámbito territorial, sino en toda España. Porque, ¿quién se atrevería a volver a depositar una papeleta en las urnas con el nombre de tamaño inepto después de semejante cagada sin precedentes?
No deberíamos descartar la posibilidad de que Núñez Feijóo intente hacer olvidar a los españoles que el pusilánime president valencià pertenece al mismo partido que él y, apartándolo de la gestión (ciertamente nefasta), dar la impresión de que la formación conservadora no tiene nada que ver con quien, por el momento, sigue siendo jefe del Ejecutivo valenciano.
Cabe la posibilidad de otro análisis: que la reiterada exigencia del líder del Partido Popular de que el Gobierno central asuma la gestión de la crisis tenga como objetivo encubierto que este tropiece con la misma piedra que el Ejecutivo regional, para aprovechar cualquier fallo y achuchar a Pedro Sánchez y sus ministros. Sin embargo, la falta de conocimiento de los protocolos y atribuciones de la administración central y autonómica podría jugar en su contra.
Carlos Mazón parece ser ya un cadáver político, según se desprende del análisis detallado y cronológico de su actuación. Esto se refleja también en su relación con los compañeros de partido y otros presidentes autonómicos del PP, que eluden cualquier defensa del interfecto, salvo la diputada Cuca Gamarra, quien el pasado 6 de noviembre hizo unas declaraciones pro-Mazón que, al parecer, la cogieron con el pie cambiado.
Los acontecimientos no ocurren por casualidad ni por generación espontánea, independientemente de las construcciones en terrenos fácilmente inundables, que, por desgracia, no son exclusivas de esa región del Mediterráneo. Por ejemplo, el frustrado cantante imitador de Julio Iglesias desactivó por completo, en noviembre de 2023, la Unidad Valenciana de Emergencias (UVE) que su antecesor, el socialista Ximo Puig, había puesto en marcha, justificando su decisión como la desarticulación de un “chiringuito” más y con la dudosa intención de ahorrar gasto público. El dinero destinado a este servicio fue redirigido a los toros, lo cual es una manera muy castiza de hacer frente a las desgracias. De todas maneras, me parece muy complicado que alguien logre salvarle el pellejo al patoso soldado Mazón.
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