El pasado miércoles 13 de septiembre se cumplieron cien años del golpe de Estado del general Miguel Primo de Rivera, que instauró una dictadura que acabó con el período de la restauración, debido a la falta de ideas modernas de las clases dominantes de la época sobre los retos que planteaba el siglo XX y los nuevos modelos sociales y económicos.
Con motivo de esta efeméride, se ha publicado en algunos medios de comunicación, una semblanza del general que sobre todo, en los sectores más conservadores, plantea una cierta pretensión de blanquear la figura de Primo de Rivera —que fue un gran admirador de Benito Mussolini—, considerándole como un militar patriota que trataba de resolver los problemas de España de principios de siglo, tildándole de populista pero simpático y cercano a los habitantes del país.
El contexto sociopolítico marcó de manera crucial la involución de España, ya que el avance de la lucha obrera y las constantes huelgas de los trabajadores reivindicando unas mejoras laborales dignas y la jornada de ocho horas fueron aspectos que calaron entre los representantes empresariales que pusieron todos los medios a su disposición para reprimir a los huelguistas. Miguel Primo de Rivera, durante su etapa militar en Barcelona fue uno de los promotores del pistolerismo de la patronal que acabó con la vida de muchos obreros, aunque en su etapa de dictador trató de evitar que se continuaran cometiendo crímenes, posiblemente porque suponía un fracaso de su liderazgo.
Pero si el entorno socioeconómico era importante, mucho más lo fue la cuestión militar, ya que España estaba inmersa en una guerra colonial con Marruecos. En aquellos años, se produjo el “desastre de Annual”, debido a la incompetencia de los militares africanistas, más interesados en la corrupción, que llegaba hasta el rey Alfonso XIII, que en resolver los problemas de los españoles.
El fracaso militar en Marruecos dio origen al llamado Expediente Picasso, una investigación por parte del general del mismo nombre, tío del pintor, que ponía de relieve la nefasta actividad de los altos mandos y de su incompetencia en la lucha contra los cabecillas rifeños. En este informe histórico se depuraban responsabilidades sobre la ineficacia de los generales al mando de las operaciones, entre ellos el general Dámaso Berenguer, llegando incluso a señalar al monarca.
Todos los indicios apuntan a que el golpe de Primo de Rivera fue inducido por Alfonso XIII para tapar el informe y para evitar que se le culpara de llevarse sus prebendas económicas ilegales de la guerra de Marruecos y por eso cuando se proclamó la II República, el escritor Ramón María del Valle-Inclán declaró que se expulsó el rey “por ladrón y no por Borbón”. La dictadura de Primo de Rivera duró hasta el 28 de enero de 1930, debido a sus fracasos económicos y políticos y al impulso republicano del Pacto de San Sebastián.
Hoy, la figura de Primo de Rivera está justamente olvidada por la propia historia, a pesar de los intentos de rehabilitación de los grupos más conservadores que trataron de imponer la teoría de que la dictadura, a la que llamaron dictablanda, fue fundamental para salvar los intereses de España, aunque en realidad fue un desastre de primer orden añadido al retraso secular del país con relación a las naciones vecinas.
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