En la costa sur del Reino Unido, prácticamente debajo de Londres está la ciudad de Brighton, uno de esos pocos lugares que existen en el mundo donde parece que el tiempo camina de manera diferente, donde la disparidad, la extravagancia y la libertad conviven con la tradición victoriana y el carácter típicamente inglés.
Brighton estaba desde la época medieval relacionada con la pesca como modo de vida de sus habitantes; con posterioridad pasó a ser una ciudad aristócrata. El Royal Pavilion, el edificio más emblemático de la ciudad, es uno de los más chocantes del país. Sus balnearios y terrazas en el paseo marítimo hicieron de éste un lugar de “peregrinación”.
En la actualidad Brighton es, aparte de un núcleo intercultural y ecléctico, un foco de movimiento musical y artístico en la periferia londinense, culminando cada año en el Brighton Festival, uno de los eventos más famosos del país. En 2018, la 52 edición de esta macro celebración de la cultura se desarrolla entre el 5 al 27 de mayo.
La ciudad cuenta con dos grandes universidades, la de Sussex y la de Brighton, y además es el centro vacacional de gran parte de los londinenses, tanto cada fin de semana como en verano. Brighton es también un foco importante dentro de la comunidad gay del país y una de las ciudades más liberales de todo el Reino Unido.
Esta amalgama de elementos hace que la ciudad esté en constante ebullición; caminar por las North Laines, o darse un paseo por la playa —plagada de gente en verano— o los muelles puede ser un sencillo placer para los sentidos, una experiencia particular y enriquecedora en una población marcada por el mestizaje y la tolerancia, un lugar bohemio con olor a fish & chips, comida vegetariana y curry hindú.
Por otro lado, es imposible obviar el recuerdo Mod que flota en el ambiente; como en el filme “Quadrophenia”, el clásico de 1979 de Franc Roddam, existe una ruta turística dedicada a esta subcultura con algunas tiendas centradas en la ropa y música de este movimiento.
Brighton es acogedora, su atmósfera atrapa a los visitantes de una manera muy especial, a pesar del frío clima británico es una de las localidades más cálidas. En una línea más británica el viajero puede disfrutar una pinta de cerveza en un pub tradicional y perderse en las locas noches de clubbing en uno de los muchos locales que se encuentran a pie de playa, como el Concorde 2 o The Funky Fish Club, donde se dan cita los mejores disyoqueis de todas partes de Europa para hacer sesiones junto a los residentes, son otras opciones más que sugerentes, aunque quizás un poco más caras.
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