Japón, tierra milenaria de emperadores y señores feudales, de los 47 Rōnin, de las criaturas yōkai, del teatro kabuki, de las geishas, de las catástrofes naturales más espeluznantes… una tierra marcada por el odio destructor de los Estados Unidos.
Japón es un territorio condenado a la destrucción. Y a pesar de ello, los japoneses han sabido siempre sobreponerse a su historia.
Los días 6 y 9 de agosto de 1945, dentro del contexto de la Segunda Guerra Mundial, la aviación norteamericana bombardeaba Hiroshima y Nagasaki, el único ataque con armas nucleares de la historia. Tras la masacre, el emperador Hirohito se dirigió a su pueblo para anunciar la rendición. El Proyecto Manhattan, liderado por J. Robert Oppenheimer, había ocasionado la mayor catástrofe geopolítica del siglo XX.
Las bombas “Little Boy” y “Fat Man” mataron a cientos de miles de inocentes. Los que sobrevivieron a la devastación, conocidos como hibakusha, tuvieron que luchar contra el estigma y el rechazo social de sus vecinos. El 29 de julio de 2020, el Tribunal de Distrito de Hiroshima reconoció por primera vez los derechos de un grupo de 84 supervivientes de la “lluvia negra”, quienes desde ese momento podrían acogerse a ayudas estatales después de 75 años.
El país de Godzilla y las bestias kaijū, situado en el noroeste del océano Pacífico, se ubica en la zona geológica más inestable y compleja del planeta. La placa Filipina, la placa Amuria y la unión de la placa de Ojotsk convergen en el Monte Fuji, símbolo nacional y uno de los lugares con mayor valor anímico para la sociedad nipona. Esta formación rocosa de origen volcánico entró en erupción por última vez el 12 de diciembre de 1707. Con el estallido del Monte Ontake, el 27 de septiembre de 2014, no se descarta que uno de los 110 volcanes activos que hay en las islas pudiera entrar en erupción de súbito.
La aceptación, que no la rendición ni el conformismo, es una conducta arraigada en la cultura japonesa. Tal vez así se superan los golpes de la vida. Y al igual que en el anime “El hundimiento de Japón: 2020”, basado en la novela de Sakyo Komatsu de 1973, el Imperio del Sol Naciente se rehace con tesón después de cada desplome mientras se prepara para encarar el Día X; un seísmo de grado 7 en la escala Richter sacudirá con virulencia el corazón de Tokio antes de 2050. Pero no será el primero… el 1 de septiembre de 1923, el Gran terremoto de Kantō zarandeó sin piedad la alegre metrópolis.
El 4 de agosto de 2021, un sismo sacudió la costa del país durante las Olimpiadas. No hubo daños ni heridos. Nada que ver con la tragedia de Tohoku de 2011: aún hoy, la hecatombe de Fukushima afecta a millones de personas, comprometiendo el futuro de la humanidad.
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