Vladímir Putin gana, la OTAN pierde

La victoria de Donald Trump podría alterar el curso de la guerra en Ucrania a favor de Rusia. Si Trump y Putin logran entenderse, la OTAN y la Unión Europea se verían cada vez más aisladas, mientras enfrentan profundas crisis económicas que dificultan su capacidad para comprometerse con más gastos militares
20 de noviembre de 2024
En la imagen, los presidentes Donald Trump y Vladímir Putin en Helsinki. Fotografía: Doug Mills.

De acuerdo con la impresión generalizada de que la victoria de Donald Trump iba a beneficiar a la Rusia de Vladímir Putin, las pasadas elecciones estadounidenses han dado un balón de oxígeno al presidente ruso y han supuesto un golpe monumental para la OTAN y la política atlantista hacia Ucrania. Ya en 2017 se dijo que el triunfo del jefe de Estado electo el 5 de noviembre se había producido gracias a la intercesión de piratas informáticos rusos, quienes supuestamente manipularon las urnas y su resultado, algo que jamás pudo ser probado y que se convirtió en una excusa de perdedores.

Habrá que ver qué sucederá a partir del 20 de enero de 2025, fecha en la que Trump tomará posesión como presidente de los Estados Unidos. Sin embargo, en el caso de este ultraderechista faltoso, no doy nada por previsible y no apuesto aún por brindarle a su homólogo ruso una victoria en el conflicto con Ucrania, porque hay en juego muchos más factores de los que se mencionan y la guerra es más compleja de lo que parece debido a la implicación de la todopoderosa industria militar norteamericana, que puede ser decisiva a la hora de inclinar la balanza hacia un lado u otro.

Y como muestra, al demócrata Biden, antes de abandonar la Casa Blanca, le ha dado un siroco y ha autorizado por primera vez el uso, por parte de Ucrania, de misiles de largo alcance suministrados por Washington para atacar objetivos militares dentro de Rusia. Piensa el viejo Joe: “Para lo que me queda en el convento…”.

Pero hagamos un ejercicio de suposición, como quieren los políticamente correctos de los Estados Unidos, aunque ya existe una divergencia sobre si Trump o Putin hablaron o no por teléfono. Pero esta es una cuestión menor. Si de verdad ambos estadistas tienen química entre sí, entonces la guerra de Ucrania está amortizada y Volodímir Zelenski tendrá que buscar otro lugar para hacer política.

Cierto es que a los Estados Unidos de Trump no le interesa tener demasiados frentes abiertos, porque pierde concentración, y eso puede suponer que deje caer a Ucrania en el tablero geopolítico mundial. Pero también es verdad que no hace demasiada falta un empujón del nuevo presidente yanqui, porque el curso de la contienda es cada vez más favorable a Putin, y a poco que sigan los acontecimientos como hasta ahora, con las tropas de Moscú capturando cada vez más localidades de su enemigo, el fin de la historia parece cercano.

En este punto, quedaría entonces finiquitado el plan estadounidense, respaldado firmemente por la OTAN, de sentar las bases para el acercamiento de Kiev a Occidente, incluida la Unión Europea y la Alianza Atlántica. Este proyecto confiaba todo en incrustar en el corazón de Ucrania una instalación apuntando a la Federación de Rusia, con el objetivo de tenerla cercada y amedrentada, lo cual, además, fue el origen de la guerra entre los dos países.

Siendo así, Vladímir Putin saldría como ganador, y la OTAN y Europa, como los principales damnificados, cuando, además, el propio Donald Trump quiere retomar su propuesta de que los países miembros de la Alianza incrementen su presupuesto de defensa, para que Estados Unidos gaste menos y pueda dedicar ese dinero a otros menesteres menos prosaicos.

Pero, claro, tal como está sufriendo Europa la crisis económica, sobre todo Alemania y los países nórdicos, los atlantistas más entusiastas no parecen muy dispuestos a rascarse el bolsillo para más gasto militar, cuando su situación no es la más apropiada. Y aunque en España el asunto todavía no ha salido a debate, a ver quién convence a la población de nuestro país para que incremente sus óbolos impositivos y los dedique a tanques y misiles. Ya os podéis imaginar las peinetas del personal.

Esperemos a ver qué es lo que sucede en enero, pero también hay que tener en cuenta que, si las previsiones sobre las relaciones entre Putin y Trump se cumplen, a lo mejor el presidente ruso exige ser eximido de su imputación en la Corte Penal Internacional. Es cierto que, hasta ahora, esa acusación sólo le ha hecho cosquillas al jefe de Estado de la antigua Unión Soviética, pero si su colega yanqui quiere, el asunto quedará en nada, porque podrá visitar perfectamente Estados Unidos, sin que nadie reclame su detención.

Tengamos en cuenta que Donald Trump no ha ganado las elecciones, a pesar de su abultada victoria. Las ha perdido Kamala Harris por culpa de la hipocresía de Joe Biden en relación con las guerras en las que se ha involucrado y la falta de claridad de sus condenas al Estado genocida de Israel, lo que le ha hecho perder apoyos entre los jóvenes y los estadounidenses de origen árabe. No sólo eso, sino que también han sido unos cuantos millones más de personas las que se han abstenido de votar, respecto a hace cuatro años.

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