Sobre tautologías, ismos y desconexiones

Desconexiones democráticas: reflexiones sobre la tautología y el impacto del tesauro en el caos político mundial. Explorando el brexit, Boris Johnson y el desafío para una Europa social

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Boris Johnson y su mujer Marina, tras votar a favor del Brexit. Fotografía de archivo.
Boris Johnson y su mujer Marina, tras votar a favor del Brexit. Fotografía de archivo.

Qué lineal y simple es un argumento cuando no lo hay. Y en estos tiempos de lineales determinismos las tautologías se han vuelto una ciencia de clérigos cuasi pensantes. Sólo hay que escuchar lo que ciertos aspirantes en política declaran sin despeinarse para ver lo avanzados que están en la ciencia banal de la tautología. Algunos son patéticos.

Prefiero miradas más oblicuas, más críticas y vectorizadas desde la inteligibilidad, es decir, quizás un pelín más complejas de entender a golpe de eslogan. Estos días el Brexit da mucho juego para todo tipo de textos, comentarios y altavoces en los medios. Algunos, bastantes, son producto de la vanidad y del pontificado mediático, otros son retóricas intrascendentes. Los menos, son los reflexivos y los que trasladan el razonamiento hacia la parte más jugosa del debate de la desconexión democrática. Me interesan estos más que los otros.

La pregunta es: ¿Por qué más del 50% de la población de un país quiere marcharse de un club donde siempre estuvieron incómodos o dudando sobre su pertenencia? ¿Es a causa de la emigración? ¿Hay otras causas no explícitas? ¿Sólo son cultos emocionales bien gestionados desde los medios del Brexit? Confiarlo todo al discurso de términos como populismo, extremismo, nacionalismo o emigración no cuela: es pura tautología. Confiarlo todo a que tantos miles de ciudadanos británicos son unos lerdos a quienes se engaña con una pinta de cerveza y términos como los que fijó Blair en una entrevista es un acto de soberbia y soberana estupidez intelectual con escaso recorrido. ¿Qué es lo insurgente? ¿El hecho de que los ciudadanos no voten lo políticamente habitual y correcto les convierte en insurgentes hordas de salvajes populistas? ¡Estúpido y débil argumento!

Por eso me gusta John Carlin en una de sus reflexiones en el diario El País; cuando da pistas para seguir la sombra de uno de los actores que más ha influido en esta situación de caos actual en el Reino Unido. Me refiero al artículo titulado “Boris Johnson: Trump con un Tesauro”.

Tesauro es un término que uso habitualmente con mis alumnos. Les digo que es una lista, y al final un diccionario razonado, controlado y certero, para construir y desarrollar nuevos conceptos e ideas. Boris Johnson ha sido inteligente para captarlo casi todo y transformarlo en algo creíble y asimilable. ¿Cómo es posible esto?

La tautología actúa como un conjunto de afirmaciones obvias y vacías y con esa proyección de inutilidad redundante y viciosa de textos, voces y gestos del ahora mismo y visceral. Y el tesauro de este Trump local es una estrategia de más alcance que cualquier ismo. Y esto es de mucho más calado y preocupación pues toca la fibra interna de los ciudadanos y los pone ante la resolución de situaciones argumentadas, aunque tengan todas ellas trastiendas, que las tienen. Entre ambas categorías, la segunda, el tesauro, convence mientras que la primera es un catálogo de eslóganes surcados por términos muy licuados e inmaduros. Estoy convencido de que los grupos de investigación en sociología política pondrán en el Reino Unido manos a la obra para descubrir las reglas racionales de este tesauro explotado por el actor Johnson.

Dicho esto, me apena esta desconexión democrática. Como me apenaría la de Cataluña. Estamos en un campo abonado para espirales extraordinariamente tóxicas que vocean desconexiones y por otro, estamos bombardeados por unos de tautólogos que no salen de la partitura de siempre. Y esto sí que es un peligro sin una frontera confusa para el ciudadano.

Ahora es el momento de la Unión Europea. Es quien debe saber cómo afrontar este escenario más allá de las letras y músicas actuales, y de metabolizarlo todo en sus rígidas estructuras burocráticas. Los gestos de los eurodiputados, llenos de descrédito ético y desapego, nos contaminan y retraen desde hace años, a nosotros los verdaderos actores de la soberanía popular: los ciudadanos. ¿Por qué no se empieza por recuperarnos para una Europa social sin velocidades ni intencionalidades espurias? ¿Por qué no desempolvar los repudiados textos del Señor Jacques Delors y actualizarlos a nuestros días?

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