Los empresarios españoles deberían saber que las elecciones legislativas se celebran para poder nombrar al presidente de Gobierno que decidirá la política durante cuatro años. Es de párvulos de democracia y de constitucionalismo, por lo que no entiendo su brindis al sol con este planteamiento hecho por la cúpula de la CEOE que propone un pacto entre PP y PSOE con un presidente sin afiliación política.
En las elecciones, unas veces se pierde y otras se gana, en función de los apoyos que uno tenga para formar gobierno. Empatar es muy complicado, pero por lo que se ve es a lo que aspira el lobby de la patronal que no quiere asumir que los postulados de la derecha se han quedado fuera de juego.
En un momento en el que los números para sentarse en el Consejo de Ministros se inclinan más hacia la izquierda, la ocurrencia de la CEOE para una gran coalición es un insulto a la inteligencia de los españoles y a la política en general. Me imagino, además, que el candidato a presidir el Ejecutivo sea uno de esos tecnócratas que están a favor de la bajada de impuestos y de las restricciones en las pensiones porque los viejecitos tardan mucho en morirse. Estoy convencido de que los patronos no le ofrecerán la jefatura de Gobierno a Pablo Iglesias Turrión, apuesto lo que queráis. Que no se note que es de los nuestros.
Abro paréntesis para recordaros que en Italia ya hubo experiencias políticas con gobierno de tecnócratas independientes, supuestamente, como Mario Monti y Mario Draghi, ambos provenientes de un banco quebrado que causó graves perjuicios a los ciudadanos que tenían depositados allí sus ahorros. Ambos experimentos resultaron un fiasco, no arreglaron la economía italiana y le pusieron una alfombra roja a la ultraderechista de Hermanos de Italia Giorgia Meloni, en un alarde de inutilidad.
No parece muy propio de alguien que dice que es un buen gestor de empresas no sepa cómo abordar una crisis dentro de una institución, como los puede haber en cualquier negocio. O sea que su habilidad es más que dudosa. Deben de pensar que la misión del dueño de una empresa es únicamente repartir los beneficios con sus accionistas.
Tampoco entiendo muy bien porqué el presidente de la CEOE, el inefable Antonio Garamendi ha acordado que no haya tope de mandatos en su organización y se haya estrenado con una propuesta tan sinsustancia como la del pacto de los dos grandes partidos. Debería pensar que si en su mandato se le acumulan las estupideces, los demás empresarios no se lo van a agradecer.
Y si la patronal se siente con fuerzas para decidir cómo debe ser el Gobierno de España, los demás nos podemos permitir también la ligereza de proponer quién debe de ser el jefe de los empresarios españoles, con el mismo criterio de la CEOE. Y servidor, que es un osado y además no tiene pelos en la lengua ni nada que perder, se atreve a dar un nombre: Francisco Javier García Gaztelu, alias ‘Txapote’.
Y porqué esa candidatura se preguntarán sus señorías. Por dos razones muy sencillas. No pertenece ni al PP ni al PSOE, como desea Garamendi, y ha recibido multitud de apoyos en las elecciones del pasado domingo a los gritos de “Que te vote Txapote”. No me digáis que no es un hallazgo, a ver si pensabais que los únicos linces eran los dueños de las empresas.
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