El 11M: vamos a contar mentiras, tralará

La manipulación del Gobierno de Aznar tras los atentados del 11M conmocionó a España. Sus mentiras y la politización de la tragedia eclipsaron el dolor de las víctimas y sembraron la discordia en la sociedad

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José María Aznar, expresidente del Gobierno de España. Fotografía de archivo.

El 11 de marzo de 2004 quedó grabado en la memoria colectiva de los españoles como un episodio de horror. Aquella mañana, diez explosiones casi simultáneas en la red de Cercanías de Madrid impactaron el corazón de la ciudad, dejando un rastro de destrucción y muerte que conmocionó a todo el país. Los atentados del 11M marcaron un antes y un después en la historia reciente, y su legado aún perdura en nuestra conciencia.

La jornada comenzó como cualquier otra. Madrid despertó con el bullicio habitual de una jornada laboral, y los trenes se llenaron de pasajeros que se dirigían a sus trabajos o quehaceres diarios. Sin embargo, la tranquilidad se vio abruptamente interrumpida cuando, entre las 7:36 y las 7:40 horas, las explosiones sacudieron el devenir, provocando desconcierto y pánico.

El caos se apoderó de la ciudad mientras los servicios de emergencia luchaban por hacer frente a la enormidad del suceso. Simultáneamente, las impactantes imágenes de los cuatro trenes destrozados conmocionaban a toda España. Como resultado, el saldo fue doloroso: 193 personas perdieron la vida y más de dos mil resultaron heridas, convirtiéndose así en el mayor acto terrorista de la historia del país y el segundo más grande en Europa después del atentado de Lockerbie en 1988.

La identificación de los responsables fue una tarea ardua que requirió mucho tiempo de investigación. El 5 de abril de 2004, el cuerpo de operaciones especiales de la Policía Nacional desplegó un dispositivo para atrapar a los autores de la masacre. Sin embargo, estos decidieron inmolarse dentro de un apartamento en Leganés, matando a un policía. Esto dejó al proceso, que comenzó en 2007, sin los principales implicados y con muchas incógnitas difíciles de resolver.

A pesar de los grandes desafíos, la justicia española logró inculpar a 29 personas a más de 45 años de prisión por su participación en los atentados. Hoy, sólo tres permanecen en la cárcel: Jamal Zougam, Otman El Gnaoui y José Emilio Suárez Trashorras, quienes seguirán encerrados hasta 2044. Los condenados marroquíes fueron expulsados a su país cuando cumplieron su condena.

Uno de los aspectos más controvertidos fue la proximidad temporal de los atentados a las elecciones generales de 2004, programadas para el 14 de marzo. Esta cercanía llevó a una intensa politización de los sucesos, con los principales partidos políticos, el PP y el PSOE, acusándose mutuamente de intentar sacar rédito de la tragedia. En los días siguientes a los ataques, el entonces presidente del Gobierno, José María Aznar, y otros líderes del Partido Popular afirmaron públicamente que la organización terrorista ETA era la responsable. Esta declaración provocó una oleada de indignación y críticas, sobre todo porque el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) señaló a Al Qaeda desde el principio.

Las mentiras promovidas por el Gobierno de Aznar, particularmente la patraña propagada por el PP y los medios reaccionarios para minar al gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, legítimamente elegido en las urnas, representaron uno de los primeros ejemplos en este siglo del uso de discursos de odio y negacionismo como herramientas electorales.

La artimaña del PP de utilizar los atentados del 11M con fines políticos excedió los límites de la ética, llegando a opacar el recuerdo de las víctimas. Durante el mandato de Zapatero, la derecha se convirtió en una presencia habitual en las manifestaciones callejeras, aprovechando cualquier motivo para movilizar a sus acólitos e intentar desacreditar al gobierno socialista.

Temas como la aprobación del matrimonio homosexual, la política antiterrorista, la reforma del aborto y del Estatut d’Autonomia de Catalunya fueron algunos de los puntos utilizados por el Partido Popular para sembrar el descontento y fracturar la sociedad española.

Aún hoy, un sector de los populares se niega a reconocer que el yihadismo fue responsable de los atentados, aferrándose a la teoría de la conspiración que aún relaciona los ataques con ETA. Esta narrativa, promovida por Aznar y sus secuaces, contó con el respaldo de medios de comunicación como El Mundo, la cadena COPE, Libertad Digital y Telemadrid, quienes difundieron esta estrategia de desinformación. A pesar de que Osama Bin Laden reconociera un mes después, en una grabación difundida por el canal de televisión árabe Al-Arabiya, que los atentados del 11M fueron una represalia contra España por su participación en la guerra de Irak, esta panda de mangantes persiste en su cerril embuste.

De aquellos tiempos, permanece en el inconsciente colectivo el hediondo recuerdo del Trío de las Azores; un término acuñado durante la guerra de Irak de 2003-2011 para referirse a George W. Bush, Tony Blair y José María Aznar, quienes se reunieron en las islas Azores el 15 de marzo de 2003. Durante ese encuentro, emitieron un ultimátum al gobierno iraquí exigiendo su desarme, basando este aviso en la afirmación de la existencia de armas químicas en Irak, una falacia que más tarde quedó al descubierto. Aunque se menciona a tres presidentes, también participó como anfitrión el primer ministro portugués, José Manuel Durão Barroso. En 2007, Barroso reconoció haber sido engañado, ya que en aquellos días se le mostraron documentos que supuestamente probaban la existencia de armas de destrucción masiva en el país de Sadam Husein, los cuales resultaron ser falsos.

Aznar, Acebes y Zaplana desaparecieron de la escena política, debilitando así la teoría de la conspiración. No obstante, la “derecha sin complejos” lleva tiempo irrumpiendo en las calles de toda España, causando agitación y disturbios tanto en la sociedad como en la justicia. Anteriormente, medios afines como Libertad Digital, algunos financiados con la caja B del Partido Popular, solían llamar a Mariano Rajoy “maricomplejines”, mofa acuñada por Federico Jiménez Losantos, cuya postura se ha radicalizado progresivamente, arremetiendo ahora con insultos más virulentos y acusaciones difamatorias contra Pedro Sánchez y los ministros del Gobierno.

El legado de los atentados del 11M y sus consecuencias políticas continúan resonando en la conciencia de los españoles de bien. Más allá de las cifras y los hechos, el impacto emocional y psicológico de aquel día sigue afectando a quienes lo vivieron, ya sea directa o indirectamente. Por ello, es crucial recordar esos momentos para construir un futuro más justo, seguro y unido para todo el país. Aunque la verdad nunca salga a la luz, siempre prevalecerá sobre la mentira y la manipulación. Honremos, pues, la memoria de las víctimas y defendamos los valores democráticos que nos hacen más fuertes como sociedad, trabajando juntos para asegurar que tragedias como esta nunca vuelvan a ocurrir.

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